AGACHATE,MALDITO (GIU LA TESTA)
España/Italia
1972
Director: Sergio Leone
Reparto: James Coburn, Rod Steiger, Romolo Valli, Maria Monti, Rik Battaglia, Franco Graziosi, Antoine Saint-John, Vivienne Chandler, John Frederick, Aldo Sambrell., Conrado San Martín.
Argumento : Sergio Leone, Sergio Donati, Luciano Vincenzoni.
Director de Fotografía : Giuseppe Ruzzolini
Música : Ennio Morricone
Coproducción italo-española de 1972 realizada por Sergio Leone que junto a “Hasta que llegó su hora” (“Érase una vez en el Oeste” en el original) de 1968 y “Érase una vez en América”, filmada en 1984, conforma una especie de trilogía (de hecho la película en principio se iba a titular “Érase una vez la revolución”) tras la exitosa del Dólar que a mí me parece superior, no sólo porque la primera y tercera películas de esta trilogía creo que son las mejores rodadas por el director romano, sino porque en su conjunto las historias me parecen mucho más ambiciosas y los personajes más complejos. Así, si en la primera trilogía nos narraba sucesivamente la historia de un pistolero sin escrúpulos que buscaba el beneficio propio, en la segunda la alianza de dos pistoleros para acabar, por diversos motivos como la venganza y el cobro de la recompensa, con un grupo de forajidos y en la tercera la búsqueda de un tesoro escondido por tres individuos poco fiables; en esta nueva trilogía, con un marcado tono crepuscular, nos va a relatar el fin de una forma de vida. De esta forma, en “Hasta que llegó su hora” desarrolla el tema de la transformación del Oeste a través de la construcción del ferrocarril y, con él, la llegada de la civilización y el fin de la vida de los pistoleros basada en la rapidez con sus revólveres; en ésta el final de una forma de vida basada en la aventura representada en el revolucionario romántico, interpretado por James Coburn, envuelto en una revolución que nada tiene de romanticismo sino que como se indica en una cita de Mao Tse-tung al principio de la película “Es un acto de violencia”; y en “Érase una vez en América” el fin del gangsterismo clásico que tuvo su mayor apogeo en los años de la ley seca, con unos gángsteres que o se amoldaban a los nuevos tiempos y a las nuevas estructuras de poder e influencia o perecían. Es decir, todos los protagonistas de esta segunda trilogía están condenados a su desaparición al extinguirse el mundo que hasta entonces habían habitado.
Además frente a los personajes más esquemáticos de la primera trilogía con un Clint Eastwood tan sólo preocupado por sus ganancias en la seminal “Por un puñado de dólares” aunque al final mostrará su lado más altruista al salvar al personaje encarnado por Marianne Koch; un Lee Van Cleef del que sólo conocemos su deseo por vengar el asesinato de su hija a manos del Indio y que se alía con el típico cazador de recompensas, interpretado por Eastwood, del que tampoco tenemos información y con el que tan sólo establecerá una relación de mutuo respeto en ”La muerte tenía un precio”; y en “El bueno, el feo y el malo” unos Eastwood y Wallach poco fiables que continuamente se están engañando, junto con un Van Cleef que es la encarnación de la maldad; creo que los personajes de esta nueva trilogía son más ricos y presentan más aristas, además de contar con más información sobre los mismos y ser más complejas las relaciones entre ellos. Así incluso un asesino tan frío como Frank deja entrever su lado más humano en la escena de cama con Claudia Cardinale e, incluso, la inseguridad, dada su edad, respecto a su futuro, por lo que busca desesperadamente obtener la cantidad suficiente de dinero para establecerse como un “hombre honrado”; o en la película que nos ocupa del personaje de Sean, el revolucionario interpretado por Coburn, conoceremos su doloroso pasado que ha determinado su presente y ha forjado su carácter.
Por último en la segunda trilogía cobran gran importancia dos temas tratados bajo un prisma pesimista: el amor y la amistad. Así el amor es arrebatado violentamente a los protagonistas (el asesinato por parte de Frank de la nueva familia de Jill en “Hasta que llegó su hora”) o es concebido como algo imposible o inalcanzable (Cheyenne con respecto a Jill en “Hasta que llegó su hora” y, sobre todo, Noodles en relación con Deborah en “Érase una vez en América”). Mientras que la amistad es un sentimiento en la mayoría de los casos traicionado (en “Érase una vez en América” Max no sólo traiciona a sus amigos sino que prácticamente le roba la vida a Noodles; mientras que en esta película le ocurrirá algo parecido a Sean, ya que la traición de su amigo le supondrá el exilio, es decir el desarraigo, y el fin de su forma de vida, incluida la pérdida de su amor).
SINOPSIS: Méjico 1913. Juan Miranda, un bandido mejicano, tras conocer casualmente a Sean Mallory, un experto artificiero irlandés contratado para encontrar minas de plata, le propondrá atracar el banco de Mesa Verde. Pero aunque el robo es un éxito, el resultado del mismo distará mucho del esperado ya que en la actualidad es una cárcel utilizada por el ejército de Huertas, por lo que el asalto convertirá a Juan en un inesperado líder revolucionario al haber liberado a los presos confinados en ella.
Película en la que Leone nos muestra su visión sobre la revolución mejicana alejada del idealismo y romanticismo mostrados en otros filmes, de ahí la importancia de la cita de Mao Tse-tung al inicio de la película. De esta manera, la revolución, según Leone, surge de la necesidad y el hambre y no es nada más que violencia, crueldad, traición y muerte revestida de grandes ideales, como expone, en una gran escena, un lúcido Juan a Sean, mientras este último lee un libro de Bakunin que posteriormente arrojará al barro, al señalar que los poderosos (“los que saben leer”) utilizan a los pobres (“los que no saben leer”) que son los que ponen los muertos mientras ellos comen y discuten tranquilamente alrededor de una mesa; escena que comenzaba con un clarificador por parte de Juan “Mi patria somos yo y mis hijos”. Por tanto, es la película con una mayor carga política de las rodadas por el director romano, en la que en primer lugar criticará la situación de miseria del campesinado mejicano en una de las escenas iniciales en la que vemos cómo representantes del clero y de la alta burguesía menosprecian a Juan comparándole con una bestia, incluso uno de ellos llega a decir “¿Han visto ustedes? Hasta entiende. Sólo le falta hablar”, para posteriormente mostrar de qué forma los intelectuales, encarnados en el médico delator, utilizan la miseria y desesperación de éstos convirtiéndoles en carne de cañón. De hecho históricamente la acción se desarrolla tras el éxito revolucionario que llevó a la presidencia a Madero, para, tras la traición del general Huerta, volver a la situación de explotación anterior, por lo que todo el sufrimiento padecido por el campesinado mejicano no sirvió prácticamente para nada, como expresa al inicio de la película, mientras se atiborra a comida, un irónico miembro del clero cuando señala que “Vamos, vamos. Hasta los peones en el fondo tienen sus justos derechos, al fin y al cabo han ganado una revolución”.
El guión, obra del propio Leone junto a Sergio Donati y Luciano Vicenzoni, dos habituales en sus películas, estructura la historia en dos partes con tonos totalmente diferentes, perfectamente ensambladas a partir del enfrentamiento en el puente. Así tenemos una primera parte, hasta el mencionado enfrentamiento, con un tono más ligero y predominio de la comedia en la que se nos presenta a los protagonistas y asistimos al inicio de su amistad; mientras que en una segunda parte, para mí la mejor, el tono empleado es mucho más oscuro, grave y dramático y en ella comprobaremos como los dos personajes principales, una vez inmersos en el proceso revolucionario, lo perderán prácticamente todo. De ahí el amargo, desesperanzado, patético y estupendo final en el que Juan se pregunta “Y ¿Qué pasa conmigo ahora?”, porque ha perdido todas sus referencias, todo su mundo.
Película, por tanto, muy ambiciosa por parte de Leone para la que contó con un elevado presupuesto y que formalmente me parece una maravilla, con esa estética sucia e impronta visual tan propia de él; así como por la forma en que utiliza la maravillosa, variada y muy apropiada (con temas que van desde los marcadamente cómicos a los épicos y líricos) banda sonora compuesta por el gran Ennio Morricone.
En cu
anto a los aspectos positivos, creo que hay que hacer mención a otro de los elementos sobre los que se sustenta el filme, la gran actuación de los dos interpretes principales. Rod Steiger, un actor por el que no siento especial simpatía, creo que está extraordinario como Juan (junto a “En el calor de la noche” es una de las mejores veces que le he visto) haciendo creíble a un personaje con el que podría haber caído fácilmente en la sobreactuación y al que dota de una gran hondura; un iletrado Juan Miranda que entroncaría con los protagonistas de los dos primeros filmes de Corbucci ambientados en la revolución mejicana, ya que como Paco Román de “Salario para matar” en un primer momento intentará valerse del caos para enriquecerse, mientras que como el Vasco de “Los compañeros” se convertirá por casualidad en un líder revolucionario. Por otra parte, James Coburn está simplemente magnífico como Sean, el solitario, bebedor y, en principio, cínico irlandés, torturado por un pasado trágico que le ha marcado profundamente, pero que en el fondo sigue siendo el mismo romántico e idealista que se enroló en las filas del IRA.
Pero a pesar de todos estos aspectos positivos creo que no se puede afirmar que la película sea redonda. En primer lugar porque se hace más evidente la tendencia de Leone a hipertrofiar sus filmes; tendencia que se inició con “El bueno, el feo y el malo”, continuó con el resto de sus películas y que en ésta es más clara, tanto con planos mantenidos hasta la exasperación, como con escenas que creo no aportan nada al desarrollo de la película y la alargan sin necesidad, por ejemplo la del encuentro en el tren de Juan con el doctor. Por otra parte creo que el filme presenta en algunos momentos problemas de continuidad narrativa con escenas que se suceden sin ningún tipo de ilación, como en la que vemos a Sean borracho y con la ayuda de Juan hacer volar la torre de un campanario, en donde parece que faltase alguna secuencia explicándonos cómo llegaron allí, o aquella, por otra parte magnífica por su dramatismo, en la que Juan y Sean contemplan los cadáveres de todos sus compañeros, incluidos los hijos de Juan, que sin tener más información sucede a la del ataque en el puente, para, a continuación, contemplar a Sean viendo a sus compañeros fusilados que han sido delatados por el doctor . El problema no sé si se deberá a un montaje caótico y descuidado, a la incapacidad narrativa del propio Leone con una mala utilización de la elipsis, posibilidad que no creo, o a que la versión que he visto, con ciento cincuenta minutos de duración, no sea la original y haya sufrido algunos cortes (quizás lo más probable).
Comentaros que tengo el DVD puesto a la venta por Wild West que, con una duración de 150 minutos a pesar de que en la carátula pone 157, respeta el formato original y cuenta con una buena imagen, salvo alguna escena nocturna en la que el cielo se ve un poco pixelado, y un aceptable sonido; pero no tiene ningún extra.
En definitiva, a pesar de sus defectos y de haber sido generalmente infravalorada, me ha parecido un gran largometraje, tanto por sus propios valores como por su coherencia con respecto a la filmografía de Sergio Leone y de su trilogía conocida popularmente como “Once upon a time”, por lo que creo debería ser una película a reivindicar.
PUNTUACIÓN:
HISTORIA: 8
AMBIENTACIÓN: 9
DIRECCIÓN: 7
ACTORES: 9
MÚSICA: 8
MEDIA: 8,2
Reseña adicional