Aprovecho además para desearos a todos que las vuestras sean perfectas, y nos volvemos a ver en breve por aquí, pistoleros.
jueves, 28 de julio de 2011
Cerrado...por vacaciones
Aprovecho además para desearos a todos que las vuestras sean perfectas, y nos volvemos a ver en breve por aquí, pistoleros.
martes, 19 de julio de 2011
MI NOMBRE ES SHANGAI JOE
Director: Mario Caiano
Reparto: Chen Lee,Robert Hundar, Katsutoshi Mikuriya, Gordon Mitchell, Carla Romanelli, Carla Mancini, Giacomo Rossi-Stuart, Klaus Kinski, George Wang, Federico Boido, Francisco Sanz, Piero Lulli, Andrea Aureli, Lanfranco Ceccarelli, Dante Cleri, Roberto Dell'Acqua, Umberto D'Orsi, Lorenzo Fineschi, Tito Garcia, Luigi Antonio Guerra, Dante Maggio, Enrico Marciani, Osiride Pevarello, Claudio Ruffini, Giovanni Sabbatini, Angelo Susani, Sergio Testori, Pietro Torrisi, Vaerano Ginesi, Aldo Cecconi, Lars Bloch, Buxx Banner, Giorgio Bixio
Guión: Fabrizio Trifone Trecca , Mario Caiano, Carlo Alberto Alfieri
Fotografía: Guglielmo Mancori
Música: Bruno Nicolai
Con el comienzo de la década de los setenta el subgénero del spaghetti dio claras muestras de agotamiento dada la ingente producción de películas que repetían los mismos temas y situaciones por lo que cada vez fueron más frecuentes las propuestas que se basaban en la mixtura de géneros: comedia (sobre todo a raíz del éxito de “Le llamaban Trinidad”, película que creo supuso a la vez el renacimiento efímero del western europeo y su final al dar lugar a infinidad de westerns cómicos cada vez más estrambóticos basados en un humor chusco y soez), aventuras (la serie de largometrajes que tomaron como modelo las andanzas en Alaska del perro creado por Jack London como señala Rafael de España en su “Breve historia del western mediterráneo”) o incluso terror (“ Y Dios dijo a Caín”); por lo que, con el éxito del que disfrutaban en aquellos años las películas sobre artes marciales, principalmente las protagonizadas por Bruce Lee y la serie de televisión interpretada por David Carradine “Kung-Fu”, sólo era cuestión de tiempo que a algún avispado productor se le ocurriera fusionar el spaghetti con las artes marciales, máxime teniendo en cuenta que ya existían en este subgénero algunos antecedentes de intentos de fusión entre la cultura occidental y la oriental como “El forastero silencioso” último film de la trilogía sobre “El Extranjero” protagonizada por Tony Anthony en 1969 o “Sol rojo” (film ya comentado) realizada por Terence Young en 1971.
Así esta película dirigida en 1973, tras un paréntesis de seis años sin rodar euro-westerns, por un especialista como Mario Caiano, junto con otras como “La ley del kárate en el Oeste”, dirigida por Tonino Ricci este mismo año, o “El kárate, el colt o el impostor” de 1974 en la que participó la mítica productora oriental Shaw Brothers, nació con la intención de capitalizar la popularidad de las películas orientales en un momento en el que, como ya he señalado, el spaghetti estaba en plena decadencia.
El film, que no me ha acabado de convencer, cuenta con un comienzo prometedor en el que vemos al protagonista llegar a EEUU, tierra de promisión, y comenzar a sufrir los comportamientos racistas de la población anglosajona (no le dejan viajar dentro de la diligencia a pesar de haber pagado su billete; un vaquero comenta delante de él: “Nos hemos liberado de los indios y estamos infestados de chinos”; y otro al tener que compartir techo con él: “Si al menos le hubiera mandado dormir al establo de al lado con los mejicanos”) en lo que me pareció una clara crítica a este país que se ha identificado comúnmente como la tierra de las oportunidades. Así la película nos da una visión bastante desoladora de los Estados Unidos como un país intolerante, inculto, racista y violento en el que todavía se trafica con seres humanos (en una escena, que remite claramente a la para mí superior y ya comentada en este blog “Una larga fila de cruces”, vemos como mejicanos de extracción humilde son engañados prometiéndoles un empleo en el rico norte para ser revendidos como si fuesen esclavos y, al ser descubierta la trama, asesinados a sangre fría) y en la que la corrupción está extendida (en este sentido es muy significativa la escena en la que se ve la connivencia con Spencer del juez y el sheriff, meros hombres de paja de aquél, con lo que se lleva a cabo una clara crítica al entramado del poder sobre el que se ha construido la sociedad estadounidense). Pero esta visión negativa acentuada en comparación con Méjico (el protagonista al oír que en este país le llaman señor afirma en un momento dado que es la primera vez que le llaman así desde que está en América) se antoja superficial y una mera excusa para mostrarnos, con un guión estructurado en episodios, todo tipo de patadas, saltos, volteretas y puñetazos llevados a cabo por el protagonista experto, supongo, en artes marciales, y todo ello caracterizado por una violencia explícita rayando en el gore (arranca un ojo a un contrincante, corta con una katana el brazo de otro enemigo o atraviesa con su mano el torso del mismo) pocas veces vista en un spaghetti (recuerdo a modo de ejemplo la escena en la que le arrancan las balas a un muerto en “Oro maldito” o el destripamiento de la madre de la protagonista en “Condenados a vivir”, ambas con sus respectivas reseñas en el blog) con lo que el largometraje se hace bastante repetitivo y aburrido, tanto en su primera parte en el que vemos a Shangai vagar de rancho en rancho buscando un trabajo y enfrentándose con los empleados de los mismos, como en la segunda parte en la que, tras abortar el plan esclavista de Spencer, deberá enfrentarse sucesivamente a cinco asesinos, cada uno con una característica que lo define, incluido otro chino que junto con él es el único que se ha hecho acreedor del loto de fuego, símbolo del camino para controlar el cuerpo y el espíritu cuya máxima es devolver el bien por el bien y aplicar el mal a la injusticia, pero que, como un Darth Vader cualquiera, ha preferido el lado oscuro. Y a todo esto hay que añadir un final, más que abierto, desconcertante que no comento para no destriparos la película.
Sin duda, para mí, uno de los pocos aspecto positivos del film es la banda sonora de Bruno Nicolai que cuenta con un gran tema principal, pero el problema es que “lo tomaron prestado” de la película “Buen funeral amigos… paga Sartana”
Por lo que respecta a los actores, el protagonista absoluto es Chen Lee, interprete de tan exigua filmografía (apenas cuatro largometrajes según he podido comprobar) como limitadísimos recursos y escaso magnetismo, con lo que la película se resiente bastante. Junto a él como el racista Spencer, un rico terrateniente sin escrúpulos que con la aquiescencia del juez y del sheriff de la localidad trafica con seres humanos, nos encontramos con el casi siempre fiable Piero Lulli, y como Cristina, la hija de un mejicano al que salva Shangai, con la bella Carla Romanelli que protagonizará junto a Shangai una historia de amor interracial. Además interpretando a los cuatro asesinos occidentales contratados por Spencer para acabar con nuestro héroe, personajes más propios de un cómic, aparecen actores bastante emblemáticos de este subgénero como Klaus Kinski que da vida a Scalper Jack, un psicópata que calza un sombrero hasta las orejas y suele arrancar el cuero cabelludo de sus víctimas mientras todavía están vivas; Gordon Mitchell es Burying Sam y como su propio apodo indica le gusta cavar la tumba de sus enemigos, en este caso se trata de una trampa con estacas, y Robert Hundar como Pedro el Caníbal que disfruta devorando a sus víctimas. Pero la presencia de todos ellos es anecdótica ya que no pasa de un cameo un poco largo. También pude distinguir a varios habituales de este subgénero como George Wang o Federico Boido
Por último comentaros que la película debió de gozar del suficiente éxito para que al año siguiente se rodara una secuela denominada “El regreso de Shangai Joe”, en la que también participaron el guionista de ésta, Carlo Alberto Alfieri, y Klaus Kinski, pero con un marcado carácter cómico.
Tengo la versión editada por Creative World Promotions que cuenta con imagen y sonido aceptables aunque con escasos extras (incluso carece de las típicas imágenes a pesar de aparecer anunciadas).
PUNTUACIÓN:
HISTORIA: 3
AMBIENTACIÓN: 6
DIRECCIÓN: 6
ACTORES: 3
MÚSICA: 0
MEDIA: 3,5.
martes, 12 de julio de 2011
LA VENGANZA ESPERÓ DIEZ AÑOS
1971
Italia
Director: Pasquale Squitieri
Reparto: Leonard Mann, Ivan Rassimov, Klaus Kinski, Elizabeth Eversfield, Steffen Zacharias, Salvatore Billa, Teodoro Corrà, Giorgio Dolfin, Enzo Fiermonte, Isabella Guidotti, Stefano Oppedisano, Gianfranco Tamborra, Pietro Torrisi, Yotanka
Guión: Monica Venturini, Pasquale Squitieri
Fotografía: Angelo Lotti
Música: Piero Umiliani
SINOPSIS: Cuando era un niño Jim Bridger vio como una partida de indios acababa con su familia, siendo él el único superviviente. Este hecho le marca profundamente, de tal manera que con los años se convierte en un temible cazador de pieles rojas. Pero tras conocer a un extravagante doctor comenzará a sospechar que los verdaderos asesinos de su familia fueron otros y que todo fue una tapadera urdida por un ambicioso terrateniente, Perkins, con la ayuda de su socio, el periodista Prescott, para apoderarse de las fértiles tierras de sus padres.
Segundo y último spaghetti realizado en 1971 por William Redford, en realidad Pasquale Squitieri, un guionista y director italiano que mostró a través de sus películas su claro compromiso social (abordó temas sociales de candente actualidad como los problemas de la inmigración, la corrupción política, el terrorismo, el peso de la mafia en la sociedad italiana) e incluso llegó a ser senador y, posteriormente, ingresó en el Partido Radical Transnacional, una ONG de primer nivel con derecho a hacer propuestas formales en el seno de las Naciones Unidas.
En esta ocasión parte de un a priori interesante guión en el que, a modo de ciertos westerns revisionistas, reivindica la figura del legítimo habitante de Norteamérica, el indio, que vive ahora confinado en reservas y es utilizado por el codicioso hombre blanco para enriquecerse.
Así, la película, que cuenta con un tono sombrío y desmitificador de la sociedad estadounidense, nos muestra a una población tremendamente racista a través de una serie de clarificadoras escenas como aquella en la que los habitantes del pueblo intentan emplumar a una india por el hecho de ser piel roja, otra en la que el acaudalado terrateniente le ofrece a su socio Prescott una de sus chicas a las que han obligado a drogarse y a prostituirse y que curiosamente son de raza negra, asiática e india, o aquella en la que el doctor, amigo de Bridger, disfrazado de senador y haciéndose pasar por primo del mismísimo presidente Ulises S. Grant afirma que: “Cuando me eligieron prometí a mis electorales que limpiaríamos el oeste de indios, de italianos, de negros y de chinos. Ellos pusieron su confianza en mí, confianza que yo no traicionaré”, de esta forma está extendiendo el sentimiento xenófobo a la totalidad de la población anglosajona de los EEUU y a las más altas instancias de su Gobierno.
Junto al tema del racismo imperante en la sociedad estadounidense aparecen otros dos íntimamente relacionados con él:
La manipulación de la opinión pública a través de los medios de comunicación, en este caso representado por la prensa escrita y el periodista Prescott, socio del terrateniente, que en vez de buscar la verdad se pone al servicio de los intereses espurios de Perkins, falsificando la realidad a su antojo, ya que comenzará una campaña consistente en acusar falsamente a los indios de asaltar distintos ranchos y de matar a los colonos.
El poder de la prensa queda resumida en el comentario que le dice el padre de Jim al corrupto periodista: “Me han dicho que va desencadenar otra guerra india con las mentiras que escribe”. No obstante creo que en este caso el director extrapola la importancia de los medios de comunicación en el siglo XX al siglo anterior en el que necesariamente, al tratarse de una población en su mayoría analfabeta (por lo menos en el Oeste), la influencia de la prensa escrita debió de ser menor.
El de la lucha de clases trasladado a la sociedad estadounidense del siglo XIX, ya que va a contraponer las figuras de Perkins y Prescott (representantes del capitalismo más salvaje que explota al proletariado) a la de los indios y de Jim, como representante de los colonos, es decir a los obreros, y cuyo enfrentamiento para recuperar estos últimos su dignidad será inevitable. Tema que sería trasladado con muchísimo mayor acierto, y por supuesto contando con un gran presupuesto, por Michael Cimino en su magnífica “La puerta del cielo”.
El problema, para mí, es que estos temas no están insertados correctamente en el relato y se quedan en meros apuntes por lo que la película deriva hacia la típica historia de venganza que, además, carece de una progresión dramática adecuada con proliferación de escenas que rompen el ritmo del relato, como las aventuras erótico sentimentales del doctor que nada aportan al film y son más propias de una comedia picante, y otras bastante ridículas (mientras vemos cómo Jim acaba con su primer indio una voz en off recita sus aventuras).
Además a lo largo del desarrollo de la trama proliferan escenas y comportamientos cuya lógica sólo obedecen a la voluntad del guionista; así por ejemplo, no parece muy realista que una mujer india cabalgue y comparta aventuras con una partida de guerreros, o la actitud hacia ella de Jim, un feroz racista y asesino de pieles rojas, que no sólo le perdonará su vida sino que la ayudará frente a la muchedumbre que quería emplumarla; tampoco explican por qué el doctor conoce el complot ideado por Perkins y Prescott; resulta pueril el cambio de actitud de Jim respecto a los indios a los que libera cuando casualmente los encuentra en la ciudad en la que estaba pernoctando; mientras que se antoja inexplicable la falta de intervención del ejército ante el conflicto protagonizado por los indios.
Tampoco ayuda demasiado una dirección un tanto descuidada y vulgar con un enfrentamiento final en el rancho del rico terrateniente bastante confuso y con un montaje caótico.
Tan sólo en contadas ocasiones, como en el duelo entre Jim y Perkins, parece el director dar cierta importancia a la composición de las escenas, el problema incluso en esta escena es que viene precedida por otra en la que el rico hacendado grita que está atrapado por el fuego para a continuación salir tranquilamente y sin obstáculos por la puerta.
Como aspecto positivo destacaría la banda sonora compuesta por Piero Umiliani que cuenta con variados temas (destacando el principal con un tono marcadamente melancólico y otro de carácter más épico) bastante interesantes y bien utilizados.
Por lo que respecta a los actores, Leonard Mann, en su tercera aparición en un spaghetti tras la estupenda “Tierra de gigantes” y la estimable “Ciakmull” (ambas ya comentadas), nos ofrece de nuevo una actuación carente de expresividad como el taciturno Jim Bridger, un hombre torturado por su pasado. Ivan Rassimov (“Cjamango”, “El vengador del Sur”), que solía utilizar el nombre de Sean Todd, está realmente bien como el racista, ambicioso y carente de escrúpulos Perkins, al igual que Klaus Kinski en una colaboración especial como su socio, el amoral periodista Perkins. El cuarteto protagonista se completa con Steffen Zacharias que da vida a Doc, un personaje un tanto desubicado en una historia tan oscura al contar con un perfil marcadamente cómico, puesto que es el típico pillo que dice ser doctor, se caracteriza por hablar en latín y al que, como si se tratase de Mortadelo, le gusta disfrazarse (aparece como una mujer, un monje y un senador) entroncando, de esta manera, con otros personajes del spaghetti como “Apocalipsis Joe” o el extranjero de “Tambores de venganza”. Por último, Elizabeth Eversfield, en su única aparición en la pantalla grande, aporta poco más que su belleza al estereotipado personaje de Tune, una india que, por lo menos en la versión doblada, habla ridículamente la lengua del rostro pálido utilizando infinitivos.
En definitiva una ocasión perdida de haber hecho un western diferente al no saber, poder o querer desarrollar su director los interesantes temas apuntados y que una vez más acusa la falta de un presupuesto medianamente holgado.
PUNTUACIÓN
HISTORIA: 3
AMBIENTACIÓN: 4
DIRECCIÓN: 4
ACTORES: 6
MÚSICA: 6
MEDIA: 4,6
miércoles, 6 de julio de 2011
CUANTO CUESTA MORIR
1968
Italia/Francia
Director: Sergio Merolle
Reparto: Andrea Giordana, John Ireland, Bruno Corazzari, Raymond Pellegrin, Sergio Scarchilli, Claudio Scarchilli, Giovanni Petrucci, Fulvio Pellegrino, Mireille Granelli, Ruggero Cressa, Betsy Bell, Giuseppe Altamura
Guión: Biagio Proietti,
Fotografía: Benito Frattari
Música: Francesco De MasiSINOPSIS: Scaife, Ralph y su grupo de cuatreros tras asesinar a unos cowboys y adueñarse de su ganado buscan refugiarse del crudo invierno en un pueblo. El sheriff del mismo, antiguo amigo de Ralph, ante los posibles desmanes de los pistoleros decide hacerles frente junto con un pequeño grupo entre los que se encuentra Tony, su hijo adoptivo y verdadero vástago de Ralph. Tras asesinar al sheriff, Scaife someterá a los acobardados habitantes a todo tipo de humillaciones y vejaciones, pero Tony escapará y se convertirá, con el apoyo de Ralph, en el necesario líder que dirigirá la revuelta contra Scaife.
Este spaghetti realizado en régimen de coproducción entre Francia e Italia supuso la única incursión tras la cámara de Sergio Merolle, un profesional vinculado a las labores de producción (“La batalla de Argel”, “Dos menos uno tres”, “Queimada”) y, constituye, para mí, un claro ejemplo de cómo el talento y la imaginación a veces se sobreponen a la falta de presupuesto. Para ello, junto con el prácticamente también debutante guionista Biagio Proietti, concibió un western de atmósfera claustrofóbica (ya que, a modo de un microcosmos, toda la acción se desarrolla prácticamente en el pueblo y sus alrededores, en los que se encuentran atrapados por el invierno los cuatreros y los habitantes del mismo) y trágica, que constituye un claro antecedente de la obra maestra de Sergio Corbucci, “El gran silencio” (ambos filmes se rodaron el mismo año pero, por lo que he leído, éste fue estrenado en septiembre y el de Corbucci en noviembre) no sólo por la atípica geografía para el spaghetti en la que tiene lugar la historia (los nevados parajes del Parque Nacional de los Abruzzo) sino también por el halo dramático y pesimista del film y por el personaje del malvado Scaife que, por su brutalidad y sadismo, remite necesariamente al de Tigrero interpretado por Kinski.
El filme creo que cuenta con una doble lectura:
Más superficial como un western basado en el enfrentamiento de unos cuatreros con los pacíficos habitantes de un pueblo.
Más profunda e interesante ya que la historia puede entenderse como una crítica a los totalitarismos sufridos recientemente en Europa, como el nazismo (cuya cara más terrible fueron los lager) o con el poco conocido genocidio del campesinado ucraniano perpetrado por Stalin en la década de los treinta del siglo XX. Así el personaje de Scaife constituiría una metáfora de estos grandes dictadores (afirmará en un momento dado que “Los que se resisten son un problema técnico que acabo matando”) ya que a través del poder obtenido mediante la fuerza, la violencia y el miedo (practicará ejecuciones sumarísimas y públicas con una clara finalidad ejemplarizante) esclavizará a la población, sometiéndola a todo tipo de vejaciones y trabajos forzados a través de los cuales perderán, además de su libertad, su dignidad y su propia condición de seres humanos, por lo que a partir de ese momento, y al igual que las bestias, sólo sobrevivirán los útiles (Scaife en un momento dado llega a afirmar “Este pueblo es mío. Me pagaréis y viviréis sólo porque os necesito”).
Esta segunda lectura le sirve al director también para reflexionar sobre la violencia y su uso justificado en determinadas circunstancias, puesto que la libertad no nos es dada sino que hay que conquistarla y el precio a pagar por ella puede ser muy caro. El problema es que nos presenta una visión pesimista del ser humano caracterizado por su cobardía y su estulticia que le lleva a aceptar situaciones aberrantes y a ser incapaz de enfrentarse contra los que le tiranizan, de ahí la importancia de los líderes, en este caso encarnado por Tony, individuos llamados a dirigir la resistencia contra la opresión y a liberar a la comunidad sometida.
Pero no sólo el fondo del western es muy interesante sino que formalmente es una película muy cuidada, lo que se aprecia en los distintos planos y secuencias, algunas de ellas magníficas por su sutileza (aquella en la que con sólo una mirada Scaife se da cuenta de la existencia de una antigua relación entre Ralph y el sheriff), por su concisión (el duelo final entre los dos maduros pistoleros es espléndido y rodado de forma breve al estilo clásico; ya que el director, frente a tanto enfrentamiento cansino imitador de los rodados por Leone con abundantes planos cortos de caras, colts, ojos y manos mientras suena un tema que enfatiza la acción, sólo necesita de dos planos que en perspectiva enfocan a los contendientes), por su inusual, para este género, poesía (preciosa la escena de la despedida entre el sheriff y su hijo adoptivo con la cámara paseándose y enfocando la estancia vacía), por su planificación (el excelente y realista tiroteo final) o por su inesperada violencia (el western arranca con una gran secuencia muda en la que un individuo se acerca a cuatro cowboys, desmonta del caballo, se quita despacio un guante y, sin mediar palabra, los acribilla a balazos).
Otros elementos muy positivos son la labor de Benito Frattari que no sólo saca gran partido a los espectaculares exteriores nevados bellamente fotografiados sino que hace un gran trabajo en la iluminación de los interiores, destacando algunos preciosos planos a contraluz; y la magnífica banda sonora de Francesco de Massi con un estupendo y triste tema principal, “Who is that man?”, cantado por Raoul que, con diversas variaciones, se repite aumentando la carga dramática del film.
Por lo que respecta a los actores, la película está protagonizada por Andrea Giordana (un actor que se prodigó poco en este subgénero pero, por lo que estoy viendo, parecía escoger muy bien sus filmes ya que también protagonizó la estupenda “Johnny el Vengador” y “El desesperado”, película que no he visto pero de la que tengo muy buenas referencias) que da vida a Tony, el necesario líder de la revuelta, y da la réplica perfectamente a John Ireland (veterano y sólido actor de Hollywood con películas en su haber tan destacadas como “Río Rojo”, “El político”, “Duelo de titanes” o “Espartaco”) que en esta ocasión encarna a Ralph, el verdadero padre de Tony, un individuo que superado por las circunstancias se convirtió en un pistolero y arrastra toda la amargura de esta situación por lo que intentará redimirse adiestrando en el manejo de las armas a su hijo para que acabe con Scaife, pero al mismo tiempo teme que Tony se convierta en lo que es él, un sanguinario pistolero, por lo que intentará que se olvide de sentimientos como la venganza ya que, en sus propias palabras, “La venganza no sirve. Termina siempre con la muerte”, con el objeto de que se convierta en el hombre que los habitantes del pueblo necesitan para liberarse de la tiranía y sólo con ese fin utilice la violencia. Junto a ellos, un gran Raymond Pellegrin hace una estupenda composición como el humanista (para él “Los hombres deben ayudarse”) y trágico sheriff que decide enfrentarse a Scaife aunque sabe que este hecho supondrá su muerte (extraordinaria la dramática escena en la que Scaife obliga a los habitantes del pueblo a ver su agonía) y Bruno Corazzani sobresaliente como Scaife, uno de los grandes malos de este subgénero, un ser amoral, cruel, sanguinario y violento que convierte su palabra en ley y se sirve de los hombres como si fueran animales esclavizándolos mediante la utilización de la fuerza.
En cuanto a los aspectos negativos, muy pocos para mí, destacaría algún error de raccord (el ataque del pequeño grupo del sheriff a los hombres de Scaife es nocturno pero cuando éste persigue a aquél se ha hecho milagrosamente de día) o la aparición de personajes desaprovechados, como la hija del sheriff, que creo tenían una gran potencialidad dramática pero desaparece a mitad de la película.
Como curiosidad comentaros que la canción del film es la misma que aparece en “Dos cruces en Danger Pass”.
En definitiva un poco conocido, excelente, sombrío, realista (las peleas, por ejemplo, están muy bien rodadas y no se alargan en exceso) y amargo spaghetti a reivindicar, y que todo aficionado a este subgénero creo que debería ver.
PUNTUACIÓN
HISTORIA: 8
AMBIENTACIÓN: 8
DIRECCIÓN: 8
ACTORES: 7
MÚSICA: 7
MEDIA: 7,6
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