miércoles, 27 de junio de 2012

YO SOY LA REVOLUCIÓN

                                                


YO SOY LA REVOLUCIÓN (QUIEN SABE ?)
1966
Italia/España
Director: Damiano Damiani
Intérpretes: Gian Maria Volonté , Lou Castel , Martine Beswick , Klaus Kinski , Carla Gravina , Andrea Checchi , Jaime Fernández , Aldo Sanbrell , Spartaco Comversi , Santiago Santos , Joaquín Parra , José Manuel Martín , Guy Heron , Valentino Macchi, Antonio Ruiz.
Argumento : Salvatore Laurani
Guión : Salvatore Laurani
Director de Fotografía : Tony Secchi
Música : Luis Enriquez Bacalov
Montaje : Renato Cinquini



Producción italiana de 1966 que se encuadra, dentro del western hecho en Europa, en el subgénero conocido como Zapata western. El filme no solamente inauguró este tipo de películas, sino que es una de los más destacados y sentó las bases, con las lógicas variaciones, de esta tipo de largometrajes. Así básicamente se entiende por Zapata western a aquél que se desarrolla en Méjico durante el proceso revolucionario, suele tener, disfrazado en una película de acción, una fuerte carga política dado el momento histórico convulso en el que se filmaron (creciente oposición a la Guerra del Vietnam y por extensión a la política exterior de los EEUU, apogeo del movimiento hippie, procesos de descolonización en algunos casos traumáticos como el de Argelia, desarrollo de corrientes de pensamiento críticas con principios, valores y formas de actuación de la sociedad capitalista que desembocaron en movimientos fundamentalmente estudiantiles como el de mayo del 68 en Francia o el mejicano que finalizó con la matanza de la Plaza de las Tres Culturas en octubre de ese mismo año, proliferación de movimientos revolucionarios, sobre todo en Sudamérica, tras el éxito de la revolución en Cuba como el Frente Sandinista de Liberación o el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, etc.) y la acción, en los más destacados largometrajes de este subgénero, se estructura, generalmente, en torno a la relación de dos personajes diferentes y, en la mayoría de los casos, antagónicos. Por una parte nos encontraremos con un mejicano, básicamente un pillo cuando no un bandolero, iletrado, primitivo pero no exento de una inteligencia natural que en un principio intenta sobrevivir aprovechándose del período de caos que vive su país, para, poco a poco, ir tomando conciencia del valor del proceso revolucionario y terminar por convertirse en un líder del mismo; y por otra, aparece un extranjero cuya presencia en Méjico tiene una sola finalidad: el lucro personal, pero se convertirá en un apoyo fundamental para el nativo. Así nos encontramos con Cuchillo Sánchez y el ex sheriff Nathan Cassidy en “Corre Cuchillo, corre”, Paco Román y Sergei Kowalski en “Salario para matar”, El Vasco y el Sueco en “Los compañeros” o Juan Miranda y John Mallory en “¡Agáchate, maldito!”; mientras que en “Tepepa” estos personajes sufren ligeras variaciones ya que al Doctor Henry le mueve el deseo de vengar un asesinato, mientras que Tepepa desde un primer momento es consciente de la situación de explotación en la que vive el campesinado y, en consecuencia, da muestra desde el inicio de su espíritu revolucionario.

El fuerte carácter de denuncia del largometraje queda patente al repasar el personal que intervino en el filme:

La dirección le correspondió a Damiano Damiani, un realizador bastante alejado del mundo del western pero representante de un cine marcadamente político cuyo máximo apogeo tuvo lugar durante las décadas de los sesenta y setenta y del que, solamente en Italia, participaron autores como Elio Petri, Francesco Rossi, Mauro Bolognoni, Gillo Pontecorvo o Florestano Vancini, director de la ya comentada “Los largos días de la venganza” (1967). Damiani es fundamentalmente conocido por un conjunto de largometrajes de una gran coherencia y en su mayoría protagonizados por Franco Nero (la exitosa “El día de la lechuza” de 1968, “Confesiones de un comisario a un juez de instrucción” de 1970, “El caso está cerrado, olvídelo” realizada un año más tarde o “¿Por qué se asesina a un magistrado?” de 1976) en el que denunció la corrupción existente en las distintas instituciones italianas (penitenciaria, judicial, policial), así como puso de manifiesto las relaciones existentes entre el mundo de la construcción, la política y la mafia, para terminar haciendo un cine más comercial con alguna excepción, como su participación en la serie “La piovra”, en la que también colaboró Vancini, suprimida del primer canal de la RAI por presiones del Partido Demócrata Cristiano. En cuanto al spaghetti, sólo se acercó una vez más en la parcialmente fallida y accidentada, al haber sido robados gran parte de los negativos, “El genio” (1974) producida por Sergio Leone.


Como guionista aparece el gran escritor Franco Solinas, reputado miembro del Partido Comunista Italiano, y autor de buena parte de los mejores Zapata westerns, además de haber escrito los libretos de notables películas socialmente comprometidas como “La batalla de Argel” (1965), “Queimada” (1969) ambas dirigidas por Gillo Pontecorvo o “Estado de sitio” (1973) del griego Costa-Gavras; y como principales interpretes dos actores conocidos públicamente por su progresismo: Gian María Volonte que cuenta con una filmografía cargada de títulos ideológicamente comprometidos como “Las estaciones de nuestro amor”, “Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha”, “Sacco y Vanzetti”, “La clase obrera va al paraíso” o “El caso Mattei” y Lou Castel, siempre presto a actuar en películas de denuncia.

SINOPSIS: El Chucho es el líder de un grupo de bandoleros-revolucionarios dedicado a robar armas al ejército carrancista para vendérselas al general revolucionario Elías. Hasta él llegará un misterioso estadounidense, El Niño, que ganará su confianza, primero, y su amistad, después, convirtiéndose en su mano derecha. Pero éste, a pesar del creciente afecto hacia El Chucho, le ocultará sus verdaderos planes y se servirá de él para alcanzarlos.

Película con un fondo muy interesante y más profundo de lo que era habitual en la que, sirviéndose de la revolución mejicana (1910-1920) y desde un punto de vista marxista (ya en la primera escena abraza alguno de sus postulados ideológicos como el de la lucha de clases al señalar “El Niño”: “Y de un lado los generales del ejército conservador y del otro una masa de obreros y campesinos a las órdenes de generales improvisados”), se reflexiona sobre el proceso revolucionario y su necesidad, pero sin dar una visión maniquea y romántica del mismo ya que se nos presenta como una etapa brutal, caótica y confusa construida a base de sangre y sufrimiento, y protagonizada por unos individuos que en muchas ocasiones actúan como simples bandoleros (en un momento dado un personaje señala “no hay diferencias entre bandidos y rebeldes”) aunque, por otra parte, se hayan visto obligados a tomar las armas dada la situación de explotación en la que viven; situación propiciada por una minoría propietaria de las tierras que ellos trabajan en condiciones cuasi esclavistas. En este sentido, cobra gran importancia la escena en la que los revolucionarios deciden ajusticiar a Don Feliciano, un hacendado, no porque sea rico sino porque como señala el viejo revolucionario Raimundo “Nosotros somos pobres y usted no ha hecho nada para cambiarlo”; para a continuación, al detener “El Chucho” a tres bandidos que pretendían violar a la mujer de Don Feliciano, Adelita, otra revolucionaria, afirmar “Yo tenía 15 años cuando un Feliciano cualquiera me violó. ¿Por qué ella tiene que tener un trato diferente? ¿Por qué?”.

Pero esta fuerte carga ideológica no supone que nos encontremos ante una película pesada y aburrida, sino que su virtud radica, por una parte, en que este mensaje político está insertado en una historia muy entretenida cargada de escenas de acción, gracias a la estupenda labor de Solinas, que equilibra perfectamente éstas con los momentos más reflexivos; y por otra, en la dirección de Damiani que introduce a lo largo del largometraje ciertos toques de humor, fundamentalmente en relación con el personaje de “El Chuncho”, y dota al filme de un ritmo trepidante, sobre todo en una primera parte en la que asistimos a los sucesivos golpes de los hombre de “El Chucho” para conseguir armas, mientras que en la segunda se centra más en el transporte de las mismas hacia la guarida del general Elias, trasunto de Emiliano Zapata, y en la traición de “El Niño”.

Otro de los grandes aciertos lo constituye la elección de los principales actores. Gian Maria Volonté hace una gran composición como “El Chucho”, un individuo analfabeto (no sabe leer ni escribir y apenas puede contar hasta cuatro), impulsivo y algo ingenuo, que se vale de su intuición en la mayoría de sus actuaciones aunque no sepa muy bien las razones que le llevan a obrar de esa forma, por ello cuando es preguntado suele responder ¿Quién sabe?, título por el que es conocida la película en varios países. Es, en definitiva, un individuo contradictorio que se mueve entre la fidelidad a la revolución y su tendencia al bandidaje con fines lucrativos (muy ilustrativa es la escena en la que, por influencia de “El Niño”, abandona a los habitantes de San Miguel cuando en un primer momento se había quedado para compartir su misma suerte), pero que al final, al comprobar que ha sido manipulado por “El Niño”, mostrará cierta nobleza y su compromiso con el proceso revolucionario renunciado a la riqueza y a una vida futura más acomodada en los EEUU. En el papel de “El Niño” nos encontramos con el actor colombiano Lou Castel cuyo físico es perfecto para darle vida. Un individuo con cara angelical pero frío, manipulador, arrogante y egoísta que no se detiene ante nada ni nadie para conseguir sus fines (asesina sin ningún escrúpulo tanto a los hombres de Carranza como a los revolucionarios). El personaje, que remite claramente a los asesores norteamericanos que en número creciente estaban proliferando en los países del continente sudamericano, muestra desde el principio su desprecio por Méjico y por los mejicanos; así en la primera escena al preguntarle un muchacho si le gusta Méjico responde que no (idea que sería retomada por Giulio Petroni en “Tepepa”) mientras que al final de la película se cuela, sin ningún tipo de miramiento ni consideración respecto a los mejicanos que esperaban su turno, para comprar su billete de tren. Un individuo, en definitiva, amoral y símbolo del capitalismo más salvaje que antepone el dinero a cualquier otro sentimiento, aunque al final parece apreciar realmente a “El Chuncho”, para el que los hombres son un instrumento más con el que alcanzar sus fines, y que, curiosamente, cuenta con un antecedente remoto en el personaje interpretado por Burt Lancaster en “Veracruz” (Robert Aldrich, 1954). Klaus Kinski está soberbio, creo que es su mejor interpretación en este género junto a la de Triguero de “El gran silencio”, desprendiendo un gran magnetismo como un sacerdote hermanastro de “El Chucho” llamado “El Santo”; sin duda el personaje más ideologizado y comprometido con los ideales revolucionarios en una clara alusión a los movimientos de base, cercanos al pensamiento marxista, surgidos en la década de los sesenta en el seno de la Iglesia que cristalizarían en la denominada Teología de la liberación. Lástima que desaparezca durante gran parte del filme. Por último, está la bella actriz “bondiana” nacida en Jamaica Martine Beswick dando vida a Adelita, prototipo de la mujer libre e independiente. Junto a ellos, en papeles secundarios, algunos habituales como Aldo Sambrell en esta ocasión como teniente carrancista con una muerte heroica pero inútil, Spartaco Conversi en el rol de Cirillo, uno de los hombres de “El Chucho” preocupado solamente por las ganancias que le reportará la venta de las armas robadas a los carrancistas o José Manuel Martín dando vida a Raimundo, un revolucionario auténtico que asume la crueldad del proceso revolucionario como algo natural.


El filme se redondea con una gran banda sonora compuesta por el argentino Luis Bacalov, supervisado según parece por Ennio Morricone, muy apropiada y variada, en la que destaca la ranchera “Ya me voy” cantada por Ramón Mereles; y una grandísima labor de ambientación favorecida, sin duda, por el presupuesto del que se dispuso muy superior a la media habitual en este tipo de productos.

Tengo la película editada por Filmax que respeta el formato original además de contar con una imagen correcta y sonido aceptable, aunque de extras, como suele ser habitual, anda escasa. Recientemente, además, he comprado la versión editada por  Regia Films que, tanto por su calidad como por ser la versión completa, os recomiendo. 

Por último, y como curiosidad, comentaros que ese mismo año se estrenaba un western estadounidense en el que también se reflexionaba sobre la revolución y sus consecuencias, la extraordinaria “Los profesionales” dirigida por el liberal Richard Brooks; mientra que, según consta en la carátula del DVD, el esqueleto argumental de “Yo soy la revolución” (unos forajidos que tras robar armamento, incluida una ametralladora, al ejército pretenden vendérselo a los revolucionarios) pudo servir de inspiración a Sam Pekinpah para rodar “Grupo salvaje” (1969), su obra maestra..

En definitiva un buen ejemplo de cine político, actualmente desaparecido, a la vez que muy ameno y distraído que, además, resultó clave para la evolución del western hecho en Europa al inaugurar un subgénero dentro de él.


PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 8.
AMBIENTACIÓN: 9.
DIRECCIÓN: 8.
ACTORES: 8.
MÚSICA: 8.

MEDIA: 8,2.


Reseña Adicional








9 comentarios:

Belén dijo...

Espléndido Volonté. Estoy repasando su filmografía y, de verdad, que es tremendo. Este tipo de papeles le van al dedo. Qué grande.

Increíble (por lo buena que es) la escena final del tren, con los dos protagonistas.

Damiani es un director con una filmografía, para mí, harto interesante. Casi diría que su nombre garantiza la calidad de la película. Todas las que nombras están de ejemplo.

Una gran reseña, Jesús.

maltese dijo...

Buena reseña, Jesus.... para mí una de las Top Ten del género sin ninguna duda!

Jesús dijo...

Muchas gracias a ambos.

Belane, en cuanto a Damiani he tenido la oportunidad de ver en muy poco tiempo las películas que cito en la reseña, y me ha resultado un director muy interesante y de una gran coherencia.

Maltese, entre los diez mejores no lo sé porque la competencia es dura (las de Leone, la trilogía de Sollima, alguna de Corbucci y Petroni...), pero entre los veinte para mí está seguro.

Pedro Pereira dijo...

Esta peli la he descubierto mucho tarde. No se encontraba en vhs y solamente muchos años después apareció en las tiendas portuguesas. No hubiera pensar que fuera algo tan poderoso. Damiano Damianiaún que alejado del genero completo un marco en el genero y sera para siempre recordado.


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Pedro Pereira

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cram dijo...

Un matiz, el personaje de Voleonte solo se llama "El Chucho" en su doblaje Castellano mientras que en el resto del mundo es "El Chuncho".

Seguramente el traductor se pasó de listo pensando que era un error italiano. En realidad, el Chuncho es un ave sudamericana y también el nombre que recibian los Indios Chunchos, aquellos que no se sometieron durante la conquista de America, con lo que el nombre es afín al personaje.

manuelitosan dijo...

no sé si sea el caso porque no he visto la peli, pero en México (lugar en donde esta ambientada)"chucho" es un topónimo usado para referirse a las personas llamadas Jesús.

Anónimo dijo...

Otra para agregar a la lista de personal comprometido de la película es Carla Gravina, quien interpreta a Rosario, la mujer de don Feliciano. En la vida real era compañera de Volonté (de vida y de militancia)y fue diputada por el Partito Comunista Italiano en los '80.

Echoes dijo...

Muy buena. Pedazo de película que he revisitado hoy. Me llamó la atención que parte del soundtrack es el mismo que se oye en "Django".

Unknown dijo...

Una de las mejores pelis de la época, creo que con localizaciones en el Cortijo del Fraile y ¿sabéis si en algún otro paraje nijareño?, gracias