miércoles, 20 de junio de 2012

DESAFÍO EN RÍO BRAVO

Desafío en Río Bravo
1964
Italia-Francia-España
Director Tulio Demicheli
Reparto Guy Madison, Fernando Sancho, Gérard Tichy, Madeleine LeBeau, Carolyn Davys, Massimo Serato, Olivier Hussenot, Álvaro de Luna, Xan Das Bolas, Beni Deus, Juan Maján, Evar Maran, Dario Michaelis, Hollis Morrow, Claudio Scarchilli, Pilar Vela, Juan Santiago, Ariz-Navarreta.
Guión Tulio Demicheli, Guy Lionel, Gene Luotto, Giovanni Simonelli, Natividad Zaro, Italo Zingarelli
Música Angelo Francesco Lavagnino
Fotografía Guglielmo Mancori


Coproducción italo-franco-española de 1964, un año decisivo en el desarrollo del western europeo ya que se duplicaron prácticamente con respecto al año anterior las películas del Oeste rodadas en España con participación de productoras españolas (se pasó de trece westerns en 1963 a filmarse casi treinta en 1964), consolidándose esta tendencia al año siguiente con el rodaje de más de cuarenta. Este auge se debió, no sólo al desembarco de productores estadounidenses que buscaban abaratar costes y así poder competir con las pujantes series de televisión ambientadas en el Oeste, sino, sobre todo, al cambio en la política de subvenciones al primarse a partir de ahora los resultados en taquilla y fomentarse las coproducciones. El resultado fue que a los productores pioneros (José Gutiérrez Maesso, Eduardo Manzanos Brochero) se les unieron otras productoras españolas, entre las que destacan Producciones Balcázar de los hermanos Balcázar o IFISA de Ignacio Farrés Iquino que establecieron en los alrededores de Barcelona (Esplugues City, Casteldefells) y Huesca, sobre todo para rodar los exteriores, un nuevo centro estable para el rodaje de westerns.

Pero ocupémonos de la película que contó con un presupuesto muy generoso para este tipo de filmes, alrededor de sesenta millones de pesetas, y de cuya producción se encargó Italo Zingarelli, productor, director y guionista que solía garantizar la calidad de sus productos; mientras que en la dirección se contó con Tulio Demicheli, un veterano y sólido guionista y director argentino que, tras rodar en su país natal y en Méjico, recalaría a finales de los años cincuenta en España en donde desarrollaría la mayor parte de su filmografía compuesta por películas de todo tipo de géneros: aventuras “El hijo del Capitán Blood” (1962); terror como “Los monstruos del terror” (1970); seudo-bonds como “Misión Lisboa” (1965); thrillers como “Coartada en disco rojo” (1972) y “Ajuste de cuentas” filmada al año siguiente; o westerns entre los que destacan la película que nos ocupa y la ya reseñadas “Un hombre y un colt” (1968) y “Reza por tu alma…y muere” (1970), además de haber participado en el libreto de “El halcón y la presa” (1966), película que también cuenta con sus correspondientes comentarios en este blog.

SINOPSIS: 1885. El famoso hombre de ley Wyatt Earp, que acabó con los Clanton en el OK Corral, es contratado por Jennie Lee, la dueña del saloon de Río Bravo, con el objeto de acabar con los desmanes de Zack Williams, uno de los hombres más influyentes del pueblo, que, por medio de una banda de forajidos liderados por el mejicano Pancho Bogan, pretende quedarse con todas las minas de la localidad.

El largometraje lo podemos encuadrar dentro de la corriente que Gutiérrez Recacha denomina “western urbano deductivo”, predominante en esta época en los filmes del Oeste rodados en España, cuyos largometrajes se caracterizaban por una estructura argumental muy similar en la que el héroe, caracterizado por su habilidad con las armas de fuego, recalará en una población azotada temporalmente por una ola de crímenes que afecta, entre otros, a una muchacha a la que protegerá el protagonista para después enamorase de ella, al mismo tiempo que desenmascarará al villano y acabará con él.

Por otra parte, y como era habitual en estas primeras producciones realizadas en Europa, muestra una clara influencia del western estadounidense. Hecho que ya se aprecia en el título al evocar al legendario western realizado en 1959 por Howard Hawks “Río Bravo”.

Esta influencia también se aprecia en los personajes. Así, como también sería habitual en este tipo de productos, el principal personaje es una figura histórica, en este caso el sheriff Wyatt Earp protagonista del más famoso duelo del oeste acaecido en la localidad de Tombstone en 1881 que ha sido llevada a la pantalla grande en numerosas ocasiones como en la clásica “Pasión de los fuertes” dirigida en 1946 por John Ford, la célebre “Duelo de titanes” (1957) del especialista John Sturges que retomaría la misma historia en “La hora de las pistolas” (1967), la desmitificadora “Duelo a muerte en el OK Corral” (Frank Perry, 1971) o las más modernas “Tombstone: la leyenda de Wyatt Earp” (George P. Cosmatos, 1993) y Wyatt Earp (Lawrence Kasdan, 1994). Junto a él aparece, en el principal personaje femenino, la joven Clementina en un clarísimo guiño al filme de John Ford en el que Earp-Fonda se enamoraba también del mismo personaje interpretado, en esa ocasión, por Cathy Downs; incluso para disipar cualquier duda al respecto en una escena de la película Clementina silba “My Darling Clementine” canción principal de la película filmada por el maestro de origen irlandés. También es destacable en este aspecto la figura del sheriff borracho que remite de nuevo a “Río Bravo” y, en concreto, al personaje de Dude interpretado por Dean Martin. 

Por último se puede rastrear la huella de varios westerns estadounidenses en el planteamiento del filme y en algunas situaciones. Respecto al planteamiento remite tanto a “Wichita” (excelente western rodado por Jacques Tourneur en 1955 en el que un joven Earp-McCrea ponía orden en la ciudad del título tomada por los ganaderos) y la memorable “Johnny Guitar” (largometraje dirigida por Nicholas Ray en 1954 en la que un famoso pistolero, que como en esta película ocultaba su verdadera identidad, acudía a la llamada de la dueña del saloon ante los intentos del cacique del lugar de apoderarse de su propiedad). Por lo que respecta a las situaciones hay escenas que calcan otras ya vistas, como aquella en la que Earp mantiene una conversación con Leo, el abandonado y borracho sheriff de la localidad, sobre la ley que remite de nuevo a la que mantenía Burt Lancaster con un antiguo colega en la citada “Duelo de titanes”, o aquella en la que el héroe se ve rodeado en la habitación del saloon que recuerda vagamente a la vivida por Kirk Douglas en “El último tren de Gun-Hill” (John Sturges, 1959).

Pero a pesar de su falta de originalidad y de no ocultar sus influencias, o quizás por ello, creo que la película funciona razonablemente bien gracias a la labor de la pareja Capriotti-Mancori encargados de la fotografía, el holgado presupuesto que se traduce en una más que aceptable labor de ambientación y en el rodaje en numerosas localizaciones y, sobre todo, en el trabajo, también de influencia clásica, de Tulio Demichelli en el que destaca su preocupación por la planificación de las distintas escenas, ofreciéndonos varias secuencias muy bien filmadas, principalmente las de acción, como un notable y realista enfrentamiento nocturno de Earp con dos secuaces de Zack, la posterior pelea entre Bogan y Earp o el gran enfrentamiento final entre nuestro héroe y el villano, rodado de forma ejemplar.

Por lo que respecta al elenco, y como era también habitual, al frente del mismo nos encontramos con un actor estadounidense en horas bajas decidido a probar suerte en el cine europeo. En este caso al legendario personaje le dio vida Guy Madison, actor que tuvo su primer papel importante en “Hasta el fin del tiempo” un drama dirigido por Edward Dmytryk de 1946 en la línea de la más famosa “Los mejores años de nuestra vida”, para, posteriormente, especializarse en roles de acción, básicamente westerns de serie b, obtener un cierto éxito con la serie “Aventuras de Wild Bill Hickok” y terminar recalando en Europa en la década de los sesenta en donde se le pudo ver en numerosos euro-westerns. Su elección, con independencia de sus dotes interpretativas, creo que fue un acierto porque por su trayectoria era fácilmente identificable por el público como el típico héroe del Oeste honrado y preocupado por llevar la ley y la justicia allí donde iba. El resto del reparto, y como también solía ocurrir en las coproducciones, lo componen intérpretes de distintas nacionalidades. Así nos encontramos con los dos personajes negativos a los que el director da un tratamiento diferente: por una parte el forajido mejicano Pancho Bogan al que nos lo describe con cierto respeto al ser un hombre con su propio código de honor (en un momento dado le confiesa al protagonista que él es un bandido pero nunca ha disparado a nadie por la espalda) y que está encarnado por el español, y casi imprescindible, Fernando Sancho, un papel que repetiría hasta la saciedad aunque en esta ocasión está muy comedido y, curiosamente, doblado por el excelente actor Francisco Sánchez (voz habitual, entre otros, de Charles Boyer, Gary Cooper, Vittorio de Sica o Cary Grant); y por otro, al alemán afincado en España Gerard Tichy dando vida al codicioso Zack Williams, un individuo taimado, carente de honor, que nunca da la cara, se vale de otros para hacer el trabajo sucio y cuyas verdaderas intenciones trata de ocultar; papel que también repetiría en bastantes westerns. En roles positivos aparecen el italiano Massimo Serato dando vida al borracho Leo que no obstante conseguirá rehabilitarse y ofrecer su ayuda a Earp, y las francesas Madeleine Lebeau (la cantante que entonaba “La Marsellesa” ante los nazis en la inolvidable y emotiva escena de “Casablanca”) y, en su única película, Carolyn Davies como, respectivamente, Jennie Lee, la propietaria del saloon, y Clementine Hewitt, dueña de una mina objeto del deseo de Zack

En definitiva un tópico pero digno, correctamente interpretado y bien hecho euro-western de la primera época que, aunque esté muy lejos de los postulados leonianos, creo asegura un rato de entretenimiento.

PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 6.
AMBIENTACIÓN: 6.
DIRECCIÓN: 7.
ACTORES: 6.
MÚSICA: 5. 

MEDIA: 6.

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