lunes, 15 de octubre de 2012

RINGO DE NEBRASKA



Ringo de Nebraska 
1965
España/Italia
Director: Antonio Román / Mario Bava
Reparto: Ken Clark, Piero Lulli, Yvonne Bastien, Howard Ross, Alfonso Rojas, Anthony Gradwell, Paco Sanz, Livio Lorenzon, Angel Ortiz, Jose Canalejas, Frank Braña, Simon Arriaga, Guillermo Mendez, Renato Caizzi
Guión: Jesus Navarro Carrion, Antonio Roman, Adriano Bolzoni
Fotografía:  Guglielmo Mancori 
Música: Nino Oliviero
SINOPSIS: Un enigmático pistolero, de nombre Ringo de Nebraska, es contratado por un ranchero llamado Marthy Hillman que sufre los ataques constantes de Bill Carter, un antiguo compañero de correrías. Ringo tomara partido por Marthy y pronto se enfrentará contra Hill y sus secuaces, pero al mismo tiempo se sentirá atraído por la mujer de aquél, Kay, complicándose la situación.
Coproducción italo-española de 1965 también conocida como “El rancho maldito” cuya autoría no está totalmente aclarada (1). Así parece que en su realización participaron dos directores. Por una parte, bajo el seudónimo de Anthony Roman, el español Antonio Román, en la que fue su penúltima película tras haber rodado todo tipo de largometrajes desde la década de los treinta con éxitos como “Los últimos de Filipinas” (1945), meritorio film de aventuras coloniales en la línea de “La jungla en armas” (Henry Hathaway, 1939) sobre la numantina y heroica defensa del fuerte de Baler, las adaptaciones literarias de “Fuenteovejuna” (1947) y “La fiera de mi niña” (1956), o “Los clarines del miedo” (1958), una de las mejores aproximaciones al mundo del toreo en el que enfrentaba a un joven torero con un veterano matador con pavor por el toro extraordinariamente interpretado por Paco Rabal. Pero, por otra parte y aunque no aparece acreditado en la copia que he visto, también se cita como coautor del film al italiano Mario Bava, gran director al que ya me referí en la reseña de su primer euro western, “Camino de fuerte Álamo” (1964). Además, respecto a esta cuestión, hay que tener también en cuenta la estrecha relación existente en esa época entre ambos directores ya que Antonio Román figura como guionista de “Terror en el espacio”, claro antecedente de “Alien, el octavo pasajero” (1979), rodada por Mario Bava este mismo año y producida por las mismas compañías que la película que nos ocupa: la italiana Italian International Film y la española Castilla Cooperativa Cinematográfica del propio Antonio Román. En todo caso, salvo quizás la utilización del color, con esos tonos vivos tan propios del maestro italiano, y la iluminación un tanto tenebrista de alguna escena creo que es bastante complicado identificar la mano de uno u otro; aunque, sin duda, si por algo destaca esta western es por el cuidado formal del mismo, muy por encima de la media en este tipo de películas. Así, se pueden destacar escenas como la inicial, mientras aparecen los títulos de crédito, de una gran fuerza, en la que un individuo tras haber sido tiroteado se arrastra entre las rocas, viéndose un plano de su mano ensangrentada surgida entre las piedras que me recordó a la resurrección de Tomás Milian en la ya comentada en este blog “Oro maldito” (Giulio Questi, 1967) o cuidados movimientos de cámara de regusto clásico como aquél en que ésta se va alejando para ofrecernos a Kay en el porche o la escena del beso entre Ringo y Kay, rodada al más puro estilo Hitchcock, con la cámara envolviendo a los amantes en un giro de 360 grados; además de estar fotografiados espléndidamente a través de bellas panorámicas los parajes rocosos en donde se desarrolla la acción.

Sin embargo los aciertos en la dirección quedan en parte deslucidos por el guión que no está a su altura, por lo que se produce un cierto desequilibrio entre el fondo y la forma de la película.
Al igual que la dirección, el libreto, en el que intervinieron el propio Antonio Román y Jesús Navarro Carrión escritor ligado por esa época al spaghetti y autor de numerosas novelitas, principalmente policíacas y del oeste, bajo el seudónimo, entre otros, de Cliff Bradley, toma como modelo los westerns estadounidenses de serie b de los años cincuenta aunque presenta algunas novedades interesantes, como por ejemplo la mayor carga sexual de la película con una Kay que aparece en varias escenas con corpiño y ejerce una fuerte atracción sexual tanto sobre Bill, lo que lleva a éste en una brutal escena a intentar violarla, como sobre el propio Ringo, que en otra secuencia espía lo que parece su cuerpo desnudo tras una sábana, escena que resume uno de los temas de la película, el de las apariencias. También como novedosos respecto a los westerns norteamericanos y más propios del spaghetti podemos citar los estallidos de violencia, escasos pero brutales y en los que no se nos escamotea la visión de la sangre de un intenso color rojo. Por otra parte, y desde un punto de vista positivo, hay que reconocer que los escritores pusieron un mayor énfasis en el desarrollo de la historia y el conflicto entre los distintos personajes frente a la acción mecánica (los no muy numerosos tiroteos y peleas están perfectamente insertados en la historia y no son utilizados como un relleno para alcanzar una duración estándar), además de crear un cierto suspense respecto a la verdadera relación entre Kay, Marthy y Hill ya que guardan un secreto que conoceremos bien avanzada la película. Pero todos estos aspectos positivos, no sé si por la falta de un presupuesto más generoso, quedan deslucidos a medida que se desarrolla la trama ya que ésta se vuelve repetitiva y se reduce durante gran parte del largometraje a un constante ir y venir de los personajes principales del rancho de los Hillman al pueblo o al rancho de Carter y vuelta a empezar sin que, a pesar de que no parece que cubran mucha distancia, se encuentren y terminen por dirimir sus diferencias.
Otro elemento positivo de la película lo constituye la banda sonora también de clara inspiración clásica compuesta por Nino Oliviero, en la que destacan el tema principal “Cuando se muere el sol” cantado por Vittorio Bezzi que se escucha varias veces a lo largo de la película en versión instrumental, y otro de sonoridad épica asociado a las cabalgadas.
Por el contrario la pareja protagonista creo que está mal escogida. El fornido actor estadounidense Ken Clark, que ya había trabajado con Mario Bava en su primer y olvidable euro western, encarna con su inexpresividad habitual a Ringo, el típico vaquero errante caracterizado por su habilidad con las armas de fuego y su nobleza que intentará asentarse en una localidad conflictiva y, además, se enamorará de la mujer de aquél que le acogió. Un personaje de reminiscencias clásicas, los paralelismos con Shane de “Raíces profundas” (George Stevens, 1953) son evidentes, aunque en alguna escena se aparte de este prototipo, como aquella en la que no duda en disparar sobre dos bandidos desarmados para obtener la información que necesita, actitud que choca con la mantenida por nuestro héroe hasta ese momento ya que generalmente intenta desarmar a sus oponentes disparándoles a las manos. El actor estadounidense, a pesar de que es incapaz de dotar de cierta hondura a su personaje y gracias a su complexión física, por lo menos se muestra acertado en las escenas de acción, en especial en la primera pelea que mantiene con Piero Lulli en el saloon. Como Kay, la mujer con un pasado oscuro objeto del deseo de Ringo, Marthy y Bill con lo que se transciende el típico triángulo amoroso, nos encontramos con la actriz argentina Yvonne Bastien, a la sazón esposa de Antonio Román, que se muestra bastante sobreactuada por lo que resta credibilidad a las escenas románticas y a las más dramáticas. Piero Lulli utilizando el nombre de Peter Carter y con su eficacia habitual da vida a Bill Carter, el principal personaje negativo. Junto a ellos, y como solía ocurrir en este tipo de coproducciones, actores de diversas nacionalidades que resultan muy familiares para los amantes de este subgénero: Alfonso Rojas en el papel de Marthy, el aparente honrado ranchero que acogerá a Ringo pero con un secreto que guardar origen de la disputa con Bill; Paco Sanz en el rol del doctor, Livio Lorenzon que bajo el seudónimo de Charles Lawrence nos ofrece una breve pero intensa interpretación como el alcoholizado sheriff; o Howard Ross, José Canalejas y Frank Braña como los secuaces de Bill.
Como curiosidades contaros que en la película se hace un guiño al personaje de Ringo creado por Duccio Tessari e inmortalizado por Giuliano Gemma ya que como éste el protagonista pide leche en el saloon, y que como ayudante de dirección figura Lamberto Bava, hijo de Mario Bava y autor de varios filmes exitosos de terror en los años ochenta como “Demonios” (1985) y su secuela “Demons II” (1986).
En definitiva un correcto y entretenido euro western, muy bien dirigido y agradable de ver aunque lastrado por su escaso presupuesto y por unos actores principales poco adecuados para trasladar al espectador la carga dramática y la complejidad de sus personajes; pero, en todo caso, creo que es el mejor western rodado por Mario Bava, por lo que recomiendo su visión tanto para los amantes de este subgénero como para los fans del cineasta italiano.

(1) Los que estéis interesados en esta controversia contáis con una estupenda reseña en el blog "Esbilla cinematográfica popular" de la que he obtenido parte de la información para mi comentario.

PUNTUACIÓN

HISTORIA: 6
AMBIENTACIÓN: 5
DIRECCIÓN: 7
ACTORES: 4
MÚSICA: 6
MEDIA: 5,6

2 comentarios:

Pedro Pereira dijo...

Curiosamente recebi hoje o DVD deste filme. Espero que seja minimamente agradável...


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Pedro Pereira

http://por-um-punhado-de-euros.blogspot.com
http://destilo-odio.tumblr.com/

Belén dijo...

Tengo muchas ganas de verlo. Lo buscaré.