viernes, 23 de septiembre de 2011

EL ÚLTIMO MALDITO



El último maldito (Il tempo degli avvoltoi)
1967
Italia
Director: :Nando Cicero  
Reparto: George Hilton, Frank Wolff, Pamela Tudor, Eduardo Fajardo, Franco Balducci, Femi Benussi, Maria Grazia Marescalchi, Cristina Iosani, Guglielmo Spoletini, Giovanni Ivan Scratuglia, Gianluigi Crescenzi, Alfonso Donati, John Bartha , Gino Vagniluca, Tullio Altamura, Pietro Torrisi
Guión: Fulvio Gicca
Fotografía: Fausto Rossi
Música: Piero Umiliani


Producción italiana de 1967 dirigida por Fernando Cicerón, bajo su seudónimo habitual de Nando Cicero, un realizador que tras comenzar como actor en películas como Senso (1953) de Luchino Visconti se pasó detrás de la cámara, para a partir de 1970 asociarse con la pareja de cómicos Franco Franchi-Ciccio Ingrassi, dirigiendo uno de sus mayores y reconocidos éxitos (“El último tango en Zagarolo” parodia del inmortal filme de Bertolucci y protagonizada, en esta ocasión, sólo por el primero) y terminar encuadrado en la comedia erótica filmando productos para estrellas de la época de este subgénero como, sobre todo, Edwige Fenech (”La doctora del regimiento”, “La doctora arma el lío” ambas de 1977 o “La maniobra de la doctora con los soldados” realizada al año siguiente, en las que la bella actriz nacida en Argelia contó como compañero con el cómico Alvaro Vitali). Dentro del spaghetti dirigió a finales de la década de los sesenta tres largometrajes: “Los profesionales de la muerte” de 1967, “Dos veces Judas” de 1969 (ambas ya comentadas en el blog y producidas por los hermanos Balcázar, además de estar la primera también interpretada por George Hilton) y la película que nos ocupa.
 
SINOPSIS: Kitosh, un mujeriego norteamericano que trabaja como peón en la hacienda del poderoso Don Jaime Mendoza y se dedica a seducir a todas las mujeres del rancho, sufrirá la ira de su patrón, en forma de cruentas palizas, al ser descubierto flirteando con su esposa. Tras escapar se unirá a un temible forajido llamado Tracy el Negro. Pero pronto surgirán las desavenencias con éste al comprender Kitosh que Tracy, además de padecer una terrible enfermedad, es un psicópata al que le gusta torturar a la gente.

Curiosa propuesta que cuenta con un, en principio, original libreto de Fulvio Gicca Palli (coautor del guión de "La noche de la serpiente" y de los libretos de dos filmes fundamentales en la filmografía de Damiano Damiani: “Confesiones de un comisario” y “Girolimoni, il mostro de Roma”), ya que la película presenta un comienzo ligero más propio de una comedia de enredo en el que vemos las aventuras erótico-sentimentales en las que se ve envuelto el protagonista para poco a poco irse endureciendo el filme y hacerse cada vez más oscuro, sobre todo a partir de la aparición del personaje de Tracy. Además de apuntar el guión varias cuestiones interesantes que reaparecerían con, creo, mayor acierto en otros spaghettis. Así en la ya comentada en este blog “Los desesperados” realizada en 1969 por Julio Buchs, curiosamente también protagonizada por George Hilton, se retoma la idea principal de presentar a un protagonista norteamericano de extracción humilde al servicio de un poderoso hacendado mejicano que le perseguirá, cegado por el odio, debido a sus devaneos amorosos (en ésta por intentar seducir a su mujer y en la película de Buchs por dejar embarazada a su hija), al mismo tiempo que las consecuencias de sus aventuras amorosas y la persecución a la que es sometido le obligan al protagonista a decantarse por una vida al margen de la ley y le conducen a un final dramático (más evidente en el filme de Buchs que en éste al ser más abierto). Mientras que la idea de un pistolero aquejado de una grave enfermedad que le vuelve por momentos vulnerable la desarrollaría un año después Franco Giraldi en la notable “Un minuto para rezar, un segundo para morir”, película que también cuenta con su correspondiente reseña en este blog.

El problema, para mí, es que el potencial que se vislumbra en la película se ve lastrado por varios aspectos.

En primer lugar por la labor de dirección de Cicero. Creo que la película hubiera mejorado mucho con un director más hábil, ya que, para mí, no sabe dotar al largometraje del ritmo adecuado ni del dramatismo e intensidad que la historia requería.

En segundo lugar por la totalmente fuera de lugar y bastante mal utilizada banda sonora compuesta por Piero Umilani, un prolífico músico mundialmente conocido por la canción “Manah Manah” que se podía escuchar en El show de los Teleñecos (The Muppets show), que en esta ocasión parece haber incorporado al filme temas ya compuestos por él más propios de una comedia o una película desmitificadora de las de espionaje a lo James Bond.

Y en tercer lugar por las propias incongruencias del guión. Son incomprensibles para mí, por ejemplo, la falta de reacción de Kitosh ante el asesinato a sangre fría de su novia, único personaje medianamente positivo de la película, por parte de Tracy el Negro o el radical cambio de actitud al final de Don Jaime Mendoza que parece olvidar el odio que siente por el protagonista.

Y a todo ello hay que añadir un doblaje bastante flojo en la versión que he visto (curiosamente me pareció que funciona mejor la película durante las escasas escenas que están subtituladas).

Por lo que respecta a las interpretaciones creo que constituyen uno de los aspectos más positivos del largometraje ya que los actores se vieron beneficiados por unos personajes, todos ellos negativos, más desarrollados de lo habitual en este subgénero. Como protagonista nos encontramos con George Hilton, actor uruguayo afincado en Europa desde mediados de los sesenta y convertido en uno de los referentes de este subgénero, que hace una gran interpretación como Kitosh. Un personaje que le permite evolucionar a lo largo de la película y ofrecernos una actuación que fluctúa entre dos registros, uno más ligero y cínico que recuerda a sus interpretaciones, por ejemplo, como Aleluya o en la citada “Los profesionales de la muerte” y otra más grave y dramática en la línea de la mencionada “Los desesperados” o de “Los profesionales del oro” (también revisada en el 800). El estadounidense Frank Wolff está realmente bien como el forajido Joshua Tracy apodado “el Negro”, símbolo de la maldad, un demente pistolero con querencia por la tortura que mostrará continuamente su carácter violento (tortura a su antiguo socio clavándole un cuchillo en la palma de la mano, provoca un incendio para que muera abrasada su invidente mujer en venganza por haberle traicionado o no duda en restregar la cara de una prostituta sobre un plato de judías sólo porque se le había acercado) y con un terrible secreto que intenta esconder ya que padece de epilepsia. Eduardo Fajardo realiza una notable composición como el vengativo y despótico terrateniente Don Jaime Mendoza, un hombre corroído por el odio hacia Kitosh al haber sido capaz de coquetear con su mujer, de la que al final se muestra sinceramente enamorado; mientras que Pamela Tudor, a la que ya había visto en “La muerte cumple condena” (película también comentada en el blog) pasa desapercibida en su papel de Steffy la voluble, pérfida y frívola esposa de Don Jaime, capaz, incluso, de proponer a Tracy el Negro traicionar a su marido y marcharse ambos con el dinero de su rescate. Junto a ellos y en papeles menores aparecen algunos habituales del euro western como Franco Balducci, actor con bastante experiencia en el género de sandalias y espadas, como el desdichado Jim el Grande, un antiguo socio de Tracy que pagará muy cara su traición, y Guglielmo Spoletini en el rol de un bandido mejicano aliado con Jim el Grande para robar el dinero transportado por un convoy.

Como curiosidades comentaros que el otrora director Demofilo Fidani intervino haciendo labores de decoración; hay una escena en la que se rinde homenaje, no sé si consciente o inconscientemente, a la obra maestra de John Ford “Centauros del desierto” ya que se repite la secuencia en la que John Wayne utilizaba a Jeffrey Hunter como señuelo para acabar con unos individuos que les perseguían; y ese mismo año George Hilton dio vida a otro personaje llamado Kitosh en el largometraje “Frontera al sur” de José Luis Merino.

En resumen, un correcto spaghetti pero en cierta medida desaprovechado, puesto que con un mayor acierto en la dirección, en algunos momentos incluso me pareció detectar problemas de continuidad entre las distintas escenas, y una apropiada banda sonora el resultado creo que hubiera sido superior. 


PUNTUACIÓN: 

HISTORIA: 6
AMBIENTACIÓN: 6 
DIRECCIÓN: 5 
ACTORES: 7 
MÚSICA: 3 

MEDIA: 5,4

4 comentarios:

Alan Bique dijo...

Muchas gracias por esta crónica de una película que sinceramente creo no haber visto nunca, aunque tus comentarios sobre el mal doblaje ya me echan para atrás.

Anónimo dijo...

hola soy nuevo

Jesús dijo...

Alan Bique, a pesar del doblaje y aunque no es una maravilla, creo que merece la pena verla.

Un saludo.

Anónimo dijo...

¿Alguna posibilidad de encontrar la película doblada al castellano? La busco principalmente para montarla con la imagen de un DVD de la película.

Gracias de antemano y fabulosa reseña.