jueves, 26 de abril de 2012

REBELDES EN CANADÁ


Rebeldes en Canadá (I tre del Colorado)
1965
España/Italia
Director: Amando de Ossorio
Reparto: George Martin, Diana Lorys, Luis Marín, Santiago Rivero, Giulia Rubini, Pamela Tudor, Franco Fantasia, Raf Baldassarre, Francisco Nieto, Mirko Ellis, Simón Arriaga,  Luis Induni, Lisa Warner, Rafael Hernández, Giovanni Petti, Guillermo Méndez, José Bastida, Aurelio Treviño, Pedro Fenollar, Manuel Granada, Maria del Carmen de la Torre
Guión:  Amando de Ossorio
Fotografía: Fulvio Testi 
Musica:  Carlo Savina


Coproducción italo-española de 1965 dirigida por Amando de Ossorio, también responsable del guión, que supone su segunda incursión en el western tras “La tumba del pistolero” (filme ya comentado en este blog) y se me antoja como el típico producto alimenticio anterior a la realización por parte de este director de largometrajes más personales que le convirtieron en uno de los cineastas más originales del fantaterror español, sobre todo con la tetralogía de los templarios (“La noche del terror ciego”, “El ataque de los muertos sin ojos”, “El buque maldito” y “La noche de las gaviotas”) basada ligeramente en Los Cuentos y Leyendas de Bequer que, a pesar de sus imperfecciones y su exiguo presupuesto, está considerada una saga de culto entre los amantes de este género.


SINOPSIS: Canadá segunda mitad del siglo XIX, la Compañía de la Bahía de Hudson, apoyada por los británicos de la Policía Montada y con James Sullivan a la cabeza impone unas condiciones inaceptables a los tramperos autóctonos respecto al comercio de las pieles, por lo que algunos de ellos liderados por Leo Limoux se declaran en rebeldía. A este grupo se unirá Víctor, un trampero que hasta la ejecución de su hermano por los soldados británicos se había mantenido neutral, que participará en el secuestro de Ann, la hija de James Sullivan. Pero con lo que no contaba Víctor es que se iba a enamorar de ella.


Largometraje en el que el cineasta Amando de Ossorio vuelve a demostrar su conocimiento de los clásicos. Así, si en su primer western se podían encontrar claras referencias a filmes como “El hombre que mató a Liberty Valance” en la escena del asesinato ofrecida dos veces con perspectivas diferentes, “Conspiración de silencio” fundamentalmente en el inicio del largometraje con la hostil acogida al protagonista por parte de los vecinos del pueblo o “El tercer hombre” en relación con el plan urdido por el hermano del héroe simulando su muerte; en la cinta que nos ocupa Ossorio toma como modelo las películas clásicas de aventuras y, en concreto, dos: “Robin de los bosques (Michael Curtiz, 1938) y “El halcón y la flecha” (Jacques Tourneur, 1950), repitiéndose escenas y situaciones. Así como en estas películas tenemos a un grupo de individuos liderados por un noble personaje que frente a la tiranía de las fuerzas de ocupación extranjeras, que cuentan con un ejército más preparado, se ha visto obligado a llevar una vida de bandidaje y a refugiarse en el bosque en donde se organiza como una comunidad; si en la primera los bandidos raptaban a Lady Marian y en la segunda a Anne de Hesse, en esta secuestran a Ann, la hija de Sullivan, de la que, al igual que en sus modelos les ocurría a Robin y a Dardo, Víctor se enamorará; incluso Víctor protagoniza una pelea con el líder de los rebeldes que se asemeja a la lucha entre Robin y Fray Tuck

Quizás se pueda achacar a la película su falta de rigor histórico y que trate de forma superficial el enfrentamiento surgido en Canadá en la década de los ochenta del siglo pasado (en un momento se cita la figura de Louis Riel que se encontraba exiliado en los EEUU tras el fracaso de la rebelión de Red River en 1869, aunque el conflicto parece asemejarse más a éste que al protagonizado también por Riel una década más tarde) entre los británicos y los metis, simplificando el conflicto en la persona del tiránico James Sullivan director de la Compañía de la Bahía de Hudson que gracias al monopolio establecido en relación con la compra-venta de pieles impone una condiciones inaceptables a los tramperos; o que los problemas raciales que planean a lo largo de la película, como por ejemplo en una escena entre Víctor y Ann, son tratados de forma superficial e incluso con una gran ingenuidad. Pero creo que la intención del director era ofrecernos, como señalé anteriormente, una película de aventuras hecha a la vieja usanza y en ese sentido consigue un filme vigoroso, dinámico, con un ritmo trepidante y bastante bien dirigido que se aprovecha de un presupuesto aceptable (el largometraje está coproducido por la Produzione Europpee Associati del abogado y cinéfilo Ernesto Gastaldi, responsable de gran parte de los mejores westerns hechos en Europa) y, en todo caso, muy superior al del su primer western, lo que le permitió rodar la mayor parte del mismo en exteriores que están muy bien aprovechados y bellamente fotografiados por Fulvio Testi, así como ofrecernos escenas realmente espectaculares y muy bien rodadas como la de la pelea que mantiene Víctor con dos rijosos buscadores de oro en un río que no tiene nada que envidiar a otras similares vistas en westerns americanos o la espectacular batalla que se desarrolla en dos partes, en primer lugar en ambas orillas del río que está perfectamente explicada gracias a la correcta utilización de panorámicas, planos largos y planos medios; y en segundo lugar en una explanada con una espectacular y sangrienta carga de caballería (en la que quizás por su truculencia para el año en que fue rodada se pueden apreciar ciertos elementos en común con algunas escenas de “El ataque de los muertos sin ojos”) a la que quizás sólo haya que reprochar no haber contado con más figurantes. Creo que la escena de la batalla constituye el momento culminante del filme, y de hecho el título con el que se comercializó en Francia hace alusión a la masacre que tiene lugar en el Río Hudson.

Por el contrario, y desde el punto negativo, nos encontramos con un guión bastante irregular al desarrollar dos historias que se suceden simultáneamente y que provocan un cierto desequilibrio en el filme. Por una parte nos encontramos con el conflicto armado entre los hombres de Limoux y los británicos de la Compañía de la Bahía de Hudson protegidos por la Policia Montada, que sin duda es la parte más lograda de la película y en la que, creo, se capta el espíritu clásico de los filmes de aventura, aunque con un tono más trágico y desmoralizador por el final que van teniendo tanto los principales personajes como la rebelión armada; además, de como señalé, en el punto anterior, estar bastante bien narrada. Pero por otra parte asistimos al secuestro de Ann y al nacimiento de la historia de amor entre ésta y Víctor, en la que la película se inclina excesivamente, para mi gusto, hacia el melodrama, además de estar cargada de secuencias bastante tópicas con diálogos ingenuos y simples como la mencionada conversación de ambos amantes sobre las diferencias que les separan, otras escenas forzadas como la de la aparición por allí de dos buscadores de oro aunque este hecho dé lugar, como también he señalado, a una pelea espectacular, algunas situaciones ilógicas como que Víctor, en pleno conflicto, se pasee sin portar armas la mayor parte de la película, otras poco explicadas (¿De dónde sale Ann para acompañar a Víctor a los EEUU?), o el simple final, lógicamente feliz para ambos amantes, que desentona con el tono más pesimista de la película y me recordó al de “Fuera de la ley” (western con su correspondiente reseña en este blog).

Por lo que respecta a la banda sonora, ésta fue compuesta por Carlo Savina y, sin ser nada destacable, está aceptablemente utilizada y acompaña bastante bien a las escenas, además de contar con una bonita canción atribuida en la versión que he visto al compositor Daniel White. Músico en algunas ocasiones identificado con el director Jesús Franco, aunque en un par de entrevistas al realizador que he leído ha desmentido categóricamente que él fuera el tal White.

El aspecto más flojo de la película, para mí, se encuentra en el elenco actoral. Así dando vida a Víctor DeFrois, el héroe del filme, nos encontramos con el catalán George Martin, en realidad Francisco Martínez Celeiro, un gimnasta de élite reconvertido en actor tras salvar la vida al no tomar el avión en el que en 1959 perdió la vida el campeón europeo Joaquín Blume junto con todo el equipo nacional de gimnasia, que se convertiría en una de las escasa estrella españolas protagonistas de euro westerns (entre otras la citada “Fuera de la ley”, ”Oeste Nevada Joe”, “Clint el Solitario”, “Thompson 1880”, “Sonora”, todas ellas con sus respectivas reseñas). En esta ocasión vuelve a demostrar sus limitaciones como actor, sobre todo en las escenas más dramáticas lo que redunda en la escasa credibilidad de las mismas; mientras que se le ve más desenvuelto y creíble, gracias a su estupenda forma física, en las escenas de acción. Junto a él, cobrando un protagonismo mayor de lo que era habitual en los westerns hechos en Europa, tres actrices que aportan poco más que su belleza y encarnan a tres prototipos de mujer: Dyana Lorys, presencia habitual en los euro westerns y a la que volveríamos a ver dirigida por Ossorio en “Malenka la vampira” (1969), como la mundana Nina que regenta un saloon y está enamorada de Víctor, la italiana Giulia Rubini como la femenina y delicada Ann, hija del pérfido James Sullivan, de la que se enamorará nuestro héroe y Pamela Tudor en el papel de la aguerrida Muia, la compañera de Leo Limoux. El resto del reparto lo componen rostros habituales, como un casi irreconocible, al no llevar bigote, Mirko Ellis, el típico actor que con la decadencia del género de sandalias y espadas se busco un hueco en el euro western con títulos como los ya comentados en este blog “Arizona Colt” (1966), “Killer calibre 32” (1967), “Odio por odio” (1967), “El último pistolero” o “Un hombre y un colt” (ambas de 1968), y que en esta ocasión da vida al bienintencionado capitán de la Policía Montada enamorado en un primer momento de Ann, por lo que más que un triángulo amoroso se produce una relación a cuatro aunque pronto el director se olvida de este posible foco de conflictos; Franco Fantasia, también con una gran experiencia en el péplum y en el género de capa y espada con lo que se acentúa la idea de fusionar cine de aventuras y western, en el papel del honorable Leo Limoux; el prácticamente indispensable, rodó más de treinta y cinco westerns europeos, Raf Baldassarre como uno de los rebeldes bajo el mando de Limoux.; o Rafael Hernández, el inolvidable conductor del autobús de “Crónicas de un pueblo” y un todoterreno como actor que también cuenta con una gran experiencia en el euro western, como otro de los leales hombres de Limoux. Todos ellos se limitan a estar por allí y a defender mínimamente sus escasamente desarrollados personajes.

En resumen una ligera, agradable, simpática, entretenida e intranscendente película rodada con mucho oficio por Amando de Ossorio que, creo, no desentona demasiado con otras producciones de similar presupuesto filmadas al otro lado del Atlántico, aunque estética y temáticamente está muy alejada de lo que podemos entender como spaghetti western.

PUNTUACIÓN:

HISTORIA: 6
AMBIENTACIÓN: 6
DIRECCIÓN: 6
ACTORES: 4
MÚSICA: 5

MEDIA: 5,4

lunes, 23 de abril de 2012

Antonio Molino Rojo



Antonio Molino Rojo (n. Venta de Baños, provincia de Palencia; 14 de septiembre de 1926, Barcelona 2 de Noviembre 2011) fue un actor y director español.

Se inicia como deportista, pero comienza su carrera en el cine a los 20 años de edad como doble y especialista y acaba de actor de reparto a partir de 1950 con la película Las aventuras de don Juan Mairena. Su carrera se desarrolla discretamente en el cine español, recurriendo a menudo en el llamado género péplum.
Sus mayores éxitos vendrán a finales de los años 60 en una etapa del cine de género y coproduciones, especialmente en los spaguetti-western de Sergio Leone como Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo y Hasta que llegó su hora.

Su rostro fiero e implacable añadido a su agilidad hacían de Antonio Molino Rojo un actor ideal para protagonizar papeles secundarios de este género, se le puede ver también en otros westerns españoles como Manos torpes, 15 horcas para un asesino, Garringo, etc.
En algunas de sus apariciones aparece acreditado como "Red Mills".

También ha dirigido alguna que otra película de cine X, como Seis calientes suecas en Ibiza de 1982 o Bragas húmedas en 1984.
Su última película fue La diputada del director Javier Aguirre en 1988.

Falleció el 2 de noviembre de 2011 en Barcelona, a los 85 años de edad.

(Texto de Igor Hernández Peña. )


Filmografía SW:

1962- El sheriff terrible
1964- Bienvenido, padre Murray
1964- Los pistoleros de Arizona 
1964- Por un puñado de dólares
1964- Los rurales de texas
1965- Viva Carrancho
1965- El dedo en el gatillo
1965- Aventuras del oeste
1965- Un lugar llamado Glory
1965- 4 dolares de venganza 
1965- La muerte tenía un precio
1966- Dos mil dólares por Coyote 
1966- El halcon y la presa  /// Reseña Adicional
1966- El bueno, el feo y el malo
1966- Siete pistolas para los MC.Gregor
1966- Texas kid
1966- El hombre del sur
1966- Los cinco de la venganza 
1967- El hombre que mató a Billy el Niño 
1967- Quince horcas para un asesino
1968- Hasta que llegó su hora /// Reseña Adicional
1968- Mátalos y vuelve
1968- Un minuto para rezar, un segundo para morir
1969- Los Desesperados
1969- Una cuerda, un colt
1969- Manos torpes 
1969- Garringo
1969- La colina de las botas
1970- Veinte pasos para la muerte 
1970- La diligencia de los condenados
1971- Un Colt por cuatro cirios 
1971- Los buitres cavarán tu fosa /// Reseña Adicional
1972- Lo ammazzo come un cane... ma lui rideva ancora
1972- Una Cuerda al amanecer
1972- Les llamaban Calamidad
1973- Mi nombre es Ninguno 
1978- La ciudad maldita 

viernes, 13 de abril de 2012

miércoles, 4 de abril de 2012

EL BANDIDO MALPELO


El bandido Malpelo (Il lungo giorno della violenza)
1971
Italia/España
Director: Giuseppe Maria Scotese
Reparto: Eduardo Fajardo, George Carvell, Charo López, José Nieto, Sergio Doria, Giovanni Pallavicino, Miguel Del Castillo, Léa Nanni, Antonio Cintado, Rita Forzano, Rafael Albaicàn, Gian Paolo Santini, Ruggero Salvatori, Rufino Inglés, Antonio Cintado
Guión: Giuseppe Maria Scotese, Eduardo M. Brochero
Fotografía: Giampaolo Santini
Música: Marcello Giombini

Coproducción italo-española de 1971 en la que intervino el prolífico Eduardo Manzanos Brochero a través de su Copercines, Cooperativa Cinematográfica, junto a una pequeña productora italiana, y que en esta ocasión, para la filmación en exteriores, abandonó su poblado de Golden City y alrededores por los paisajes de Almería, buscando, supongo, una mayor semejanza con la geografía de México, país en donde se desarrolla la acción de la película.

La dirección, en la que fue su única incursión en este subgénero, fue encargada a Giuseppe Maria Scotese, realizador, guionista y pintor con varias películas de aventuras en su haber (entre ellas “Il pirata di Capri” de 1949 codirigida por el injustamente olvidado Edgar G. Ulmer, autor de la imprescindible “Detour” una pesimista road-movie sobre la fatalidad y la imposibilidad de modificar el destino) y querencia por los documentales (su último largometraje de 1983, “Cannibali domani”, se puede encuadrar dentro del denominado cine Mondo, subgénero surgido en los años sesenta y de gran popularidad durante la década de los setenta)



SINOPSIS: México 1914. Diego Medina, un joven revolucionario, es el portador de unos valiosísimos documentos sobre la defensa de la ciudad de Zacatecas necesarios para la conquista de ésta por Pancho Villa. En su intento de hacer llegar los papeles al general topará con un bandolero, Malpelo, que finalmente se convertirá en su principal aliado.

Película bastante difícil de visionar y de la que no tenía ningún tipo de referencia por lo que, dados el, para mí, mal escogido título y el año de producción de la misma pensé que se trataba del típico spaghetti western cómico. Pero tanto los títulos de crédito como el inició del largometraje me sacaron inmediatamente de mi error al aparecer intercalados junto a los créditos varios planos en los que se ve fusilar a cámara lenta a unos individuos delante de una tapia en la que se hacía referencia al proceso revolucionario (de hecho “¡Que viva México!“ era el título inicialmente previsto para el filme), para a continuación contemplar una escena en la que los militares persiguen y asesinan a un sindicalista. Y es que nos encontramos ante un aceptable zapata western que especula con los momentos inmediatamente anteriores a la toma de la ciudad de Zacatecas por el ejército villista (junio de 1914), hecho que supuso el golpe definitivo para la presidencia del general-dictador Huerta.

Como solía ocurrir en los zapata westerns y gracias al guión, entre otros, del propio Manzanos y de Scotese, que cuenta con unos diálogos más trabajados de lo habitual, la película sirve para reflexionar sobre la revolución y el valor de la misma como último recurso de las clases más desfavorecidas, en este caso el campesinado, los indios y peones que viven en unas condiciones infrahumanas cuando no son asesinados, para hacer justicia y acabar con unas leyes dictadas por los poderosos con el objeto de perpetuar su poder (en el largometraje se indica que sólo doscientas familias controlaban todo el estado mexicano); al mismo tiempo que se intenta llevar a cabo un paralelismo entre la situación de México a principios de siglo y el estado general del subcontinente sudamericano en la época de la realización del filme en el que proliferaron las dictaduras militares. Incluso se critica la injerencia del gobierno de los EEUU en este subcontinente al afirmar uno de los personajes que el embajador Wilson estuvo directamente implicado en el asesinato de Madero.

Sin embargo, la película, aunque plantea la revolución como única salida para combatir el abuso de poder, es tremendamente crítica con sus resultados, pues generalmente son las clases más desfavorecidas, en principio desideologizadas pero a la postre necesariamente protagonistas de la misma, las que se ven traicionadas sistemáticamente.

El largometraje hace hincapié, a través de la figura de Malpelo, en el proceso de ideologización de las clases oprimidas que, lógicamente, carecen de estudios (el propio Malpelo apenas sabe leer) y, en principio, no aspiran a cambiar la situación sino que ante tanta desmesura se han visto obligados a vivir fuera de la ley (de hecho Malpelo llega a afirmar en un momento dado que “Pancho Villa era también un bandido como nosotros”), subrayándose, de esta forma, la idea de que la línea que separa a los revolucionarios de los bandoleros es muy delgada. De ahí la importancia de una minoría ilustrada que canalice ese descontento, minoría que está representada tanto por Diego, un sobrino de militar y por tanto un burgués perteneciente a la clase dominante que, además, se ha formado en la Universidad de Berkley y representa al intelectual concienciado (ante la afirmación de que sus manos no son las de un trabajador no duda en responder que “No sólo se trabaja con la manos”, frase con la que reafirma cuál es su posición y su verdadera clase social), como de su primer contacto en suelo mexicano, un ex seminarista cuyo posicionamiento ideológico, basado en la condena de la pobreza y en los sistemas que la perpetúan deshumanizando al hombre, entroncaría con la incipiente, en el momento de realización del filme, corriente de la Teología de la Liberación.

Filme, por tanto, con un fondo muy atractivo pero, para mí, parcialmente fallido ya que se produce un claro desequilibrio con proliferación de escenas de carácter reflexivo, sobre todo en los dos primeros tercios del largometraje, y de relleno frente a las escenas de acción que lastran el desarrollo de la historia, a lo que se une la dirección carente de brío y ritmo por parte de Scotese, por lo que la película durante buena parte de su metraje pierde una de las características propias de este subgénero como es la agilidad narrativa y, tras un buen comienzo, se vuelve bastante premiosa. Pero, sorprendentemente, en el último tercio los acontecimientos se suceden a una gran velocidad y el director nos ofrece las mejores secuencias por su dramatismo, aquella en la que los dos protagonistas ven el pueblo arrasado por los hombres de Huerta, y espectacularidad, el enfrentamiento de los héroes con los hombres que les persiguen en la que se utiliza en algunos planos la cámara subjetiva; para llegar a las dos últimas escenas que creo sitúan a la película por encima de la media de este género y en la que contemplamos a un generoso, altruista, digno, honorable y concienciado con el valor de la revolución Malpelo para inmediatamente después cerrarse el film con una secuencia marcadamente desoladora y sarcástica que muestra la inutilidad del esfuerzo de los dos protagonistas como metáfora del fracaso del proceso revolucionario.

Desgraciadamente el largometraje cuenta con una limitación que afecta visiblemente a su conjunto, su exiguo presupuesto. De tal forma que da la sensación de que tanto los encargados de la decoración (la fiable sociedad Cubero-Galicia) como los responsables de la dirección de producción tuvieron verdaderos problemas para encontrar localizaciones y decorados que redundarán en la verosimilitud de la historia, sucediéndose escenas cuyas pobres localizaciones deslucen notablemente la película. Incluso la escasez de medios les lleva a no poder mostrarnos una batalla sino tan sólo su resultado.

Por el contrario, Marcelo Giombini compuso una acertada y apropiada banda sonora, con lo que las diferentes escenas de la película están muy bien orquestadas.

Por lo que respecta a los actores, nos encontramos con un enorme Eduardo Fajardo, en uno de sus escasos papeles protagónicos, dando vida de forma magistral al bandido Malpelo un hombre primitivo y tosco que ha hecho de la ley natural, la supervivencia de los fuertes, su norma de vida; pero que irá evolucionando tras conocer a Diego tomando conciencia del verdadero sentido del proceso revolucionario e implicándose en la misión de éste hasta el final. Lástima que como Diego, el joven intelectual implicado en la revolución, nos encontremos con el desconocido actor George Carvell que resulta bastante soso aunque se ve en este caso beneficiado por la labor de doblaje de Simón Ramírez. Junto a ellos una esforzada, aunque muy lejos de sus mejores interpretaciones, Charo López como Lupe, la amante de Malpelo que se verá atraída por la figura de Diego, y un veterano José Nieto aportando su oficio a la figura del capitán Orozco, el encarnizado perseguidor de los dos protagonistas

En resumen un interesante spaghetti, más por lo que apunta que por los resultados obtenidos, que se ve desgraciadamente lastrado por una paupérrima producción, pero con los suficientes aciertos para que sea recomendable su visión.

PUNTUACIÓN:


HISTORIA: 6
AMBIENTACIÓN: 3
DIRECCIÓN: 5
ACTORES: 6
MÚSICA: 6


MEDIA: 5,2