1967
Italia
Director: Maurizio Lucidi
Reparto: Robert Woods, Luciana Gilli, Enrico Crisa, Ignazio Spalla, Umberto Raho, Piero Vida, Carlo Gaddi, Brigitte Wentzel, Fred Coplan, Luigi Casellato, Poldo Bendandi, Mirella Panfili, Simon Lafitte, Giuseppe Castellano, Elio Angelucci, Fred Coplan, Mauro Mannatrizio, Gino Barbacane, Osiride Peverello
Fotografía: Franco VillaMúsica: Coriolano Gori
Segunda entrega de las andanzas del pistolero mejicano Pecos Martínez filmada tan sólo unos meses después de la estimable “Mi nombre es Pecos” prácticamente por el mismo equipo: el actor principal (Robert Woods), el director (Maurizio Lucidi), el director de fotografía (Franco Villa), Adriano Bolzoni como guionista, al que se sumaron otros dos escritores habituales de este subgénero como son Augusto Caminito (“Los largos días de la venganza”, “El último pistolero”, “Los profesionales del oro”) y Fernando Di Leo (“El retorno de Ringo”, “Joe el implacable”, “Los profesionales del oro”), por lo que se hacen aún más llamativas las grandes diferencias que presenta con el filme original, quedando como únicos nexos de unión entre una y otra el personaje de Pecos, un pistolero, tan rápido como letal con sus colts, de nacionalidad mejicana pero con la mayoría de los atributos del antihéroe propio de este subgénero que, en esta ocasión, se mostrará menos taciturno y más expansivo; y algún guiño a la primera película como cuando se presenta, a lo James Bond, con la frase “Mi nombre es Pecos” o la manera que tiene de acabar con “El Supremo”. Por lo demás, si con la primera nos encontramos con un spaghetti western oscuro, grave y muy violento que gravitaba en torno al tema de la venganza, en esta ocasión asistimos a la típica película de aventuras, más ligera, con ciertos toques de humor generalmente protagonizados por los tres músicos (la presentación de éstos -Pepe, Paco y Pinto- me recordó a los personajes de la película de Walt Disney rodada en 1944 “Los tres caballeros”) y cuyo tema principal es la búsqueda por un grupo de aventureros de un tesoro escondido en la selva mejicana.
SINOPSIS: Antes de morir, el malherido sobreviviente de una masacre perpetrada por los hombres de “El Supremo” (un megalómano asesino que se declara descendiente de Moctezuma y pretende conquistar Méjico) entrega a tres músicos mejicanos el plano de un tesoro. Éstos, junto con el pistolero Pecos al que conocieron en una cantina, marcharán a Texcoco (antigua ciudad del imperio azteca), lugar controlado por “El Supremo” y sus forajidos, en busca del tesoro. La aventura no ha hecho más que comenzar.
Extravagante propuesta basada en la famosa leyenda del tesoro de Moctezuma (algunas fuentes sostienen que permanece todavía enterrado, mientras otras afirman que gran parte del mismo fue saqueado por los conquistadores y perdido en la famosa Noche Triste) que no sólo palidece en comparación con el primer largometraje protagonizado por Pecos al mostrarse, para mí, muy inferior, sino que como filme independiente tampoco funciona debido las carencias mostradas por el guión, la dirección y la ambientación.
Así nos encontramos con un guión decepcionante por proceder de escritores con interesantes libretos en su haber y, sobre todo, delirante, en el que todo vale, desde una banda de forajidos que son la ingenuidad personificada y se dejan engañar fácilmente por nuestro antihéroe hasta la existencia de personajes que no aportan nada a la trama pero están ahí para dar un poco de color, pasando por situaciones absurdas como el hecho de que los pistoleros asesinen a los enviados para efectuar el canje de las mujeres que retienen como rehenes, que el dichoso tesoro se encuentre en la misma pirámide habitada por los bandoleros sin que éstos, que llevan tiempo buscándolo, se hallan dado cuenta o que sea muy secreta su ubicación pero una especie de ermitaño, casualmente gran amigo de Pecos, le indique a éste el lugar exacto en donde se encuentra.
Como aspectos positivos, muy pocos, del guión creo que hay que citar alguna frase afortunada, como la de Pecos en relación con el tesoro, todo un axioma, al señalar que “El dinero es creación del diablo. Por eso hizo las monedas redondas, para que rodarán y la gente tuviera que correr tras ellas”; o la acertada identificación de cada uno de los tres lugartenientes del Supremo con un pecado capital; así, Dago representa la gula, Frenchy personifica la lujuria y Rayo encarna la avaricia; mientras que en “El Supremo” predominan la soberbia y la ira. De esta forma el guión hunde sus raíces en la moral católica.
En cuanto a la dirección por parte de Murizio Lucidi no puede ser más rutinaria y frente al primer filme caracterizada por la preocupación en la planificación de las escenas, así como por su concisión y agilidad, aquí nos encontramos con una dirección más vulgar y con escenas y situaciones de relleno que, tras un correcto comienzo, ralentizan la acción, dando lugar a un filme disparatado y aburrido, en el que además no se les saca ningún partido a los escenarios naturales en donde se desarrolla la acción.
Por último, el tercer elemento que falla estrepitosamente es la ambientación debido fundamentalmente a la escasez presupuestaria, lo que, a diferencia de la primera película en la que se logró solucionar el problema centrando la acción en el pueblo, incide negativamente en la credibilidad de este largometraje que necesariamente requiere más escenarios y dinero. Así, por ejemplo, “El Diablo” y sus hombres viven en una pirámide azteca de dimensiones ridículas que da el cante de estar hecha con cartón piedra, además de encontrarse ubicada en un paraje sin ningún rastro de más vestigios cuando se supone que es la ciudad precolombina de Texcoco; los interiores de la misma cuentan con una decoración paupérrima que queda bastante cutre; y resulta ridículo que “El Diablo” pretenda conquistar Méjico con el dichoso tesoro cuando no dispone de más de veinte hombres.
Tampoco la banda sonora lógicamente de inspiración fronteriza y compuesta, al igual que en su antecesora, por Coriolano Gori es memorable, aunque cuenta con un par de temas, con trompeta solista, aceptables, pero ensombrecidos por el que tocan los tres músicos que se repite cansinamente y me resultó muy pesado.
Por lo que se refiere a los actores, Robert Woods vuelve a interpretar de forma satisfactoria a Pecos, al que se nos presenta tan astuto o más que en la primera película y como un individuo más abierto (incluso se permite el lujo de sonreír en varias ocasiones) en el que parece no quedan rasgos de la tristeza y amargura provocadas por su doloroso pasado. Junto a él Erno Crisa interpreta a un patético Supremo, individuo autoproclamado descendiente de Moctezuma que viste ridículamente con un traje negro y una cinta roja para el pelo, vestimenta más propia de un filme de artes marciales; unos correctos Ignazio Spalla, bajo el nombre de Pedro Sánchez, y Carlo Gaddi, en su debut en este subgénero, como Dago y Frenchy respectivamente, dos de los tres lugartenientes del Supremo; y Umberto Raho, en un papel muy diferente al interpretado en el primer filme, como Pinto, uno de los tres músicos, personaje pretendidamente cómico que no me hizo ninguna gracia,
Por último comentaros que tengo el DVD puesto en circulación por Jenymar en su Serie Texas, que no sólo no respeta el formato original sino que la calidad de la imagen deja mucho que desear. Otra tomadura de pelo de esta casa y van…
En resumen, un intento fallido, para mí, consistente en combinar dos géneros, en principio no tan alejados, como son el spaghetti y las películas de aventuras, debido fundamentalmente a un disparatado guión y a la falta de un presupuesto adecuado necesario para dar mayor veracidad a la historia narrada.
HISTORIA: 3
AMBIENTACIÓN: 2
DIRECCIÓN: 4
ACTORES: 5
MÚSICA: 4
MEDIA: 3,6
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