1965
España-Italia-Alemania
Director: Joaquín Luis Romero Marchent
Reparto: Rik Van Nutter, Adrian Hoven, Kurt Großkurth, Helga Sommerfeld, Raf Baldassarre, Chris Huerta, Lorenzo Robledo, Francisco Sanz, Gloria Milland, Alexander Kasan, Alfonso Rojas, Ricardo Rodríguez, Mariano Vidal Molina, Maria Leiva, Maria Esther Vazquez, Pedro Rodriguez de Quevedo, Ricardo Lilló, Antonia García, Robert Johnson Jr, Carlos Romero Marchent, Helga Liné, Antonio Molino Rojo, Juan Cortés, Manuel de Blas, Álvaro de Luna, Milagros Guijarro, Rufino Inglés, Mario Morales, Santiago Rivero, Maribel Sáez
Guión: Joaquin Romero Marchent, Pino Passalaqua, Werner Ebert
Música: Angelo Francesco Lavagnino, Fred Strittmatter
Coproducción italo-alemana-española de 1965 dirigida por Joaquín Luis Romero Marchent con posterioridad a, para mí, sus dos mejores westerns: “El sabor de la venganza” (1963) y “Antes llega la muerte” (1964). Como en éstos, no sólo se encargó de la dirección, sino, en un intento de control de sus películas, también del guión y de la producción a través de su productora Centauro Films, pero a diferencia de éstas nos encontramos, como su título indica, con una película de aventuras mucho más ligera, con total ausencia de las connotaciones éticas y morales propias de sus dos westerns anteriores y en la que los personajes principales carecen de la profundidad y complejidad de los de los dos filmes citados. Para ello, se vale de una figura legendaria, Buffalo Bill cuya vida ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones (recordemos como ejemplos “Buffalo Bill” (1936) de Cecil B. de Mille aunque el protagonista era su amigo Wild interpretado por Gary Cooper, “Aventuras de Buffalo Bill” dirigida en 1944 por William Wellman con Joel McCrea, “El triunfo de Buffalo Bill” de 1953 en la que le dio vida Charlton Heston o la satírica “Buffallo Bill y los indios” dirigida en 1976 por Robert Altman e interpretada por Paul Newman; incluso en este mismo año, 1965, aparecerá bajo el rostro de Gordon Scott en otro euro western, “El héroe del Oeste”). Situándolo, en esta ocasión, en la revuelta de los sioux de mediados de los setenta cuyo episodio más conocido quizás sea la batalla de Little Bighorn en la que pereció el general Custer con su Séptimo de Caballería en 1876 (de hecho el pueblo en el que se desarrolla el combate final en la película tiene el nombre del famoso general).
SINOPSIS: Buffalo Bill, tras haber participado en el Pony Express cuando era niño y ya convertido en un famoso explorador y guía de caravanas, intentará junto a sus amigos Wild Bill Hickok, Calamity Jane y Frank (un blanco criado por los indios pawnee) acabar con la revuelta de los sioux, originada por el descubrimiento de yacimientos de oro en las Montañas Negras y la consecuente invasión por parte de los mineros blancos de esta tierra sagrada para los pieles rojas.
El largometraje cuenta, pues, con dos partes diferenciadas:
Un largo prólogo en el que vemos a un Bill Cody niño, que sirve para presentarnos al personaje como un crio inquieto y con espíritu aventurero. Época en la que conocerá a su amigo Frank y a Wild Bill Hickok, un caballista del recientemente creado Pony Express cuya admiración le llevará a sustituirle en este servicio de correo rápido al haber caído herido en una emboscada.
La parte central, y más larga, en la que ya adulto y famoso, tras su etapa como cazador de búfalos para el ferrocarril por la que obtuvo su apodo, se verá envuelto como explorador en el levantamiento protagonizado por los sioux comandados por Nube Roja. Esta parte está compuesta, a su vez, por dos tramas principales (las actividades de nuestros héroes para acabar con las guerras indias y el asentamiento de los colonos en el nuevo territorio) que, para mí, no terminan de quedar bien ensambladas, por lo que el conjunto queda un poco deslavazado
Desde los títulos de crédito, con unas pinturas que me recordaron a las de “La conquista del Oeste” mientras suena el tema principal, se aprecia la vocación por parte de los creadores de hacer un western en la línea de los norteamericanos, a lo que sin duda contribuye la habitual y estupenda labor tras la cámara de Romero Marchent caracterizada por los abundantes planos largos, los bellos encuadres y los elegantes, pero casi imperceptibles, por la naturalidad de los mismos, movimientos de cámara.
No obstante a diferencia de sus logrados westerns anteriores nos encontramos con un guión, basado en el libro “Buffalo Bill y su época” de Ángel de Zavala, que con independencia de sus imprecisiones históricas, hecho que tampoco es decisivo en este tipo de largometrajes, como la muerte de Hickok (en realidad fue asesinado por la espalda mientras jugaba al póker y llevaba la, llamada desde entonces, mano de la muerte: dobles parejas de ases y ochos), es bastante errático, no parece seguir una línea argumental clara y en el que se van sucediendo los distintos acontecimientos de forma un tanto precipitada, y a esta sensación contribuye también en parte la labor, para mí, un tanto descuidada en alguna ocasión del director madrileño a la hora de articular las distintas escenas, articulación caracterizada por las bruscas transiciones de éstas a lo largo del film; así por ejemplo, vemos a Buffalo Bill sumergido en un río para intentar reunirse con Hickok sitiado junto a una patrulla por los indios y en la siguiente contemplamos a los dos amigos, tras lo que parece un nuevo ataque indio, charlar animadamente sin que sepamos cómo lo consiguió Buffalo Bill ya que había pieles rojas vigilando. Además el guión cuenta con alguna que otra escena de relleno, como la larga pelea de Hickok con un minero en el saloon de Custer que rompe el ritmo de la película y no aporta nada a la trama
Como aspectos positivos señalaría los medios con los que se contaron, ya que se trata de una producción, en la que también participaron la tantas veces nombrada en otros comentarios Produzioni Europee Associatti de Gastaldi (habitual productor de los westerns del hermano mayor de los Marchent) y la poderosa Constantin Film Produktion alemana (coproductora, entre otras, de la trilogía del dólar), muy superiores a los habituales en este subgénero y equiparables a cualquier western estadounidense de tipo medio, lo que se tradujo en un rodaje en el que predominan los exteriores y las numerosas localizaciones, aparecen un gran número de extras y se puede disfrutar de creíbles, variadas y muy bien rodadas escenas de batalla, sobre todo la que tiene lugar en el recién construido pueblo de los colonos.
También me ha gustado mucho la variada banda sonora compuesta para esta ocasión por Angelo Francesco Lavagnino, claramente deudora de los westerns clásicos tanto en el gran tema principal como en el resto de composiciones de carácter épico y lírico que se escuchan a lo largo del film.
En cuanto a los actores cabe señalar que deben enfrentarse a otra de las limitaciones del film, unos personajes de escasa profundidad psicológica y cuya construcción viene determinada por la visión que de los mismos ya nos había ofrecido el cine estadounidense. Así nos encontramos con un Buffalo Bill, todo rectitud y nobleza en la línea de los héroes clásicos, que aunque combate a los indios no los odia, parece comprender alguna de sus reivindicaciones y rechaza el aforismo consistente en que “el único indio bueno es el indio muerto” como sentencia algún personaje, incluso llega a comentar “les comprendo perfectamente y tengo amigos entre ellos”. Así la película adopta una postura similar al cine norteamericano de esa época en el que se aprecia cierta crítica a la actitud del hombre blanco respecto al indio aunque ésta se limite a determinados individuos (los mineros que se asientan en territorio indio y, sobre todo, los desalmados contrabandistas que les venden armas). Para darle vida se escogió, a un acartonado Clyde Rogers, en realidad Rick Van Nutter, un actor norteamericano con escasa filmografía (recordemos su participación en la bondiana “Operación trueno”, quizás su película más destacada). Como Wild Bill Hickok, figura que sirve de contrapunto a Buffalo Bill, ya que aparece como un personaje un tanto impulsivo, desenfadado, dicharachero, enamoradizo y tendente a la bebida pero al mismo tiempo capaz de sacrificarse por devolver la paz al territorio, nos encontramos con un correcto Adrian Hoven, actor austriaco que empezó haciendo papeles de galán para en los años sesenta participar en varias películas de Jesús Franco, entre ellas su famosa “Necromicron”, y en los setenta convertirse en una presencia casi fija en los largometrajes de Fassbinder. El terceto de personajes míticos se completa con la italiana Gloria Milland (en su tercera colaboración con J. L. Romero Marchent) a la que vi un poquillo forzada como Calamity Jane, la brusca, poco femenina y eterna enamorada de Hickok. Junto a ellos un gran número de habituales del spaghetti, así podemos ver, entre otros muchos, a Paco Sanz, uno de esos secundarios que solía estar por encima de los papeles que le tocaban en suerte, estupendo en el rol de un predicador mormón, Raf Baldassarre (habitual por esa época en los films de los hermanos Marchent) bastante convincente en el papel de Guillermo un indio cristiano objeto del odio del hombre blanco (de nuevo se remarca el tema del racismo existente en parte de la población blanca), Chris Huerta que protagoniza una de las escenas más dramáticas y conseguidas del film, un correcto Antonio Molino Rojo como el jefe de los contrabandistas, entre los que podemos ver a un joven Álvaro de Luna que también había participado en “Antes llega la muerte” y a Lorenzo Robledo, o el argentino Mariano Vidal Molina como Frank, un hombre blanco que tras haber sido criado por los pawnee se ha convertido en su jefe.
El DVD que tengo es el que puso a la venta Nacadih Vídeo con un sonido regularcete y buena imagen, aunque en un par de ocasiones se queda la pantalla totalmente en negro. Como extras contiene el tráiler de la película y las típicas biografías y filmografías.
En definitiva una decente y muy entretenida película que se beneficia de un presupuesto muy holgado para lo que era habitual en el euro western y que sigue los cánones del western estadounidense en un momento en el que Leone comenzaba a revolucionar este género.
PUNTUACIÓN:
PUNTUACIÓN:
HISTORIA: 6
AMBIENTACIÓN: 7
DIRECCIÓN: 6
ACTORES: 6
MÚSICA: 7
AMBIENTACIÓN: 7
DIRECCIÓN: 6
ACTORES: 6
MÚSICA: 7
MEDIA: 6,4
La tengo en casa y aún no he tenido tiempo de verla. A ver si me animo el fin de semana.
ResponderEliminarParece entretenida..veremos a ver...
ResponderEliminar