Italia/España
1965
Director: Primo Zeglio
Reparto: Adam West, Robert Hundar, Dina Loy, Luis Induni, José Jaspe, Raf Baldassarre, John Bartha, Cris Huerta, Roberto Camardiel, Paola Barbara, Francisco Sanz, Fernando Bilbao, José Canalejas, Elisa Mainardi, Lorenzo Robledo, Howard Ross, Giovanni Petti, Yelena Samarina, Robert Johnson Jr., Jaime Blanch, Fernando Bilbao, Rosario Perez, Gonzalo Esquiros, Miguel Pedegrosa
Guión: Federico de Urrutia, Manuel Sebares de Caso, Marcello Fondato, Primo Zeglio
Fotografía: Miguel Fernández Mila
Música: Marcello Giombini
Coproducción hispano-italiana de 1965 dirigida por el veterano Primo Zeglio (director especializado en films de aventuras) inmediatamente después de que se rodara “La muerte tenía un precio”, por lo que todavía no estaba codificado totalmente, ni estilística ni temáticamente, el western realizado en Europa. Este hecho se aprecia en que es una producción que toma como referencia mayoritariamente los westerns estadounidenses (incluso creo que hay en la parte final un claro homenaje a la estupenda “El árbol del ahorcado” de Delmer Daves) tanto estéticamente, ya que está muy lejos de mostrarnos la suciedad y el feísmo propios del spaghetti, como temáticamente puesto que el lugar en el que se desarrolla la acción aparece como un pueblo civilizado, en donde prevalece la ley y el orden gracias a unos profesionales de conducta intachable como son el sheriff, brazo ejecutor de la ley, y el juez, encargado de impartir la justicia, (en este sentido tiene una gran importancia la escena del juicio en la que dan todas las garantías al héroe para que se pueda defender); por tanto, como en el western clásico, nos presenta una sociedad casi idílica sin el más mínimo atisbo de crítica hacia la misma, ni intención de desmitificación. Sin embargo, como principal novedad que le emparentaría con los westerns europeos nos encontramos con los cazadores de recompensas, figuras poco tratadas en el western clásico y que en las escasas ocasiones en que lo hicieron aparecieron como si fueran agentes de la ley (en “Cazador de forajidos” de Anthony Mann, el cazarrecompensas interpretado por Henry Fonda se va a convertir en el profesor del inexperto sheriff encarnado por Anthony Perkins; mientras que en “El cazador de recompensas” de André de Toth, el personaje al que da vida Randolph Scott se caracteriza por tener unos principios morales muy asentados y por su deseo de hacer justicia), que en esta película se nos muestran como unos individuos carentes de moral, que actúan por su propio interés (en la primera secuencia matan a un individuo a sabiendas de que es inocente para cobrar la recompensa), utilizan la ley en beneficio propio y quedan perfectamente definidos por un joven Jaime Blanch al señalar que “Son como buitres, viven de los muertos”.
Sam Garret, un agente federal, impide que cuatro cazarrecompensas cobren indebidamente la recompensa por un individuo que resultó ser inocente. Éstos, en venganza, le tenderán una trampa por la que será acusado de un asesinato. Sam, tras ser condenado a muerte, escapará con el objeto de probar su inocencia y reunir las pruebas que acusen a los verdaderos asesinos. Mientras será perseguido por los agentes de la ley y los cuatro cazadores de recompensas, ya que la viuda del asesinado ha puesto precio a su cabeza.
La película, por tanto, nos cuenta una historia bastante típica en el género de suspense (la del falso culpable que debe demostrar su inocencia) a través de un acertado guión obra, entre otros, del propio director y de Federico de Urrutia (escritor de gran formación clásica responsable de los libretos de “Antes llega la muerte”, “Tierra de gigantes” y “Los despiadados”) a través del cual la trama progresa adecuadamente, aunque el último tramo se resiente un poco, y que no recurre a los consabidos tiroteos y peleas para que la película resulte entretenida. No obstante, como aspectos negativos del mismo creo que hay que señalar ciertas situaciones un tanto simples, como la huida de la cárcel por parte del héroe o la trampa que tienden a Robert Hundar, y otras inverosímiles, como la pelea que mantienen Adam West y Robert Hundar cuando este último ya le había detenido. Pero en conjunto me ha parecido un sólido guión.
En cuanto a la adecuada labor como director de Zeglio cabe señalar que también se acerca más a la de los clásicos norteamericanos, así apenas utiliza el zoom (creo que en toda la película hay tres y no son muy marcados), hay casi una total ausencia de los primerísimos planos tan típicos del spaghetti y no se abusa de las angulaciones y perspectivas casi imposibles.
Otro aspecto notable de la película es la gran cantidad de localizaciones, así no sólo parecen dos pueblos sino también múltiples escenarios naturales que van desde el desierto hasta las zonas montañosas. Lástima que, a diferencia de las zonas desértica que están perfectamente retratadas en las primeras escenas del film, no se les sepa sacar más provecho a los paisajes montañosos.
Por lo que respecta a los actores cabe señalar que, como solía ser habitual en este tipo de películas, para el papel principal se contrató a un actor estadounidense, en este caso a Adam West (interprete que había intervenido en infinidad de series del Oeste como “Cheyenne”, ”Maverick”, “Bronco”, “El hombre del rifle”, “Colt 45”, “Sugarfoot” o “La ley del revólver” y que estaba a punto de dar vida al personaje de su vida, Bruce Wayne en la serie marcadamente pop “Batman”) que no desentona a pesar de sus limitaciones como actor. Para el papel de Alan, el líder de los cazadores de recompensas, se escogió a uno de los grandes malos del spaghetti, Robert Hundar que contaba con un físico y un rostro muy apropiados para este tipo de personajes caracterizados por su amoralidad y que, en este caso, será víctima de su propia codicia. Luis Induni vuelve a interpretar su sempiterno rol de sheriff, en esta ocasión honrado. Junto a ellos, en papeles menores, algunos habituales como Chris Huerta (el corrupto ayudante del sheriff), Ralf Baldasarre (uno de los cazarrecompensas), Paco Sanz (el doctor del pueblo) o Lorenzo Robledo. Pero el que realmente sobresale sobre todos es Roberto Camardiel con una actuación plena de naturalidad como el bonachón y desdichado Jeffrey Anders, una lástima que desaparezca tan pronto.
Por último, comentaros que tengo la edición distribuida por Suevia que cuenta con una buena imagen y un decente sonido.
En resumen un muy entretenido spaghetti que cuenta con un sólido guión y una buena dirección y que, sin ser una maravilla, creo que no es peor que el típico western serie B norteamericano.
PUNTUACIÓN:
HISTORIA: 7.
AMBIENTACIÓN: 7.
DIRECCIÓN: 7.
ACTORES: 6.
MÚSICA: 6.
DIRECCIÓN: 7.
ACTORES: 6.
MÚSICA: 6.
MEDIA: 6,6.
Aqui no coincido en absoluto contigo, Jesus.... a mi me pareció muy mediocre y bastante por debajo de un serie B americano. Si acaso a la altura de un serie Z, juas juas juas...
ResponderEliminarPues a mí me gustó, aunque tal vez la interpretación de Adam West deja bastante que desear, pero en líneas generales merece una nota cuando menosa aceptable y al menos resulta entretenida.
ResponderEliminarClaro está que hablo con cierto conocimiento de causa, la ví unas 3 veces durante los 90 (la emitieron a comienzos de los 90 en TVE 1 si no me equivoco), la grabé y así la conservo, aunque ahora mismo tal vez haga más de 10 años que no la veo y sólo tengo muy vagos recuerdos, uno de ellos la horrible interpretación de West, y otra que era simpática y agradable de ver.
A mi me pareció demasiado "infantil"...en cuanto a Adam West, sin comentarios. Hay gente que se dedicaba al cine por enchufe...es la única manera de entender que hacían en el mundillo cuando eran unos completos negados (bueno, eran y son. Que sigue habiendo autenticas calamidades interpretativas)
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