1975
España/Italia
Director: Juan Bosch
Reparto: Anthony Steffen, Fernando Sancho, Ricardo Palacios, Robert Hundar, Gillian Hills, Indio Gonzales, Furio Meniconi, Attilio Severini, Juan Torres, Juan M. Solano, Ricardo Moyan, Sergio Dore, Karin Heske, Ralph Birks, Antonio Mayans, Cesar Ojinaga, Fernando Palacios, Furio Meniconi, Johnny Fairen, David Delperro, Manuel Bronchud, Moises Rocha
Guión: Juan Bosch, Renato Izzo
Fotografía: Julio Perez de Rozas
Música: Marcello Giombini
Tardía coproducción hispano-italiana de 1975 que se enmarca dentro de la corriente del spaghetti western cómico y fue dirigido por Juan Bosch, realizador que, tras haber debutado con una trilogía policíaca, se dedico fundamentalmente a la comedia y después de un paréntesis en los años setenta en los que dirigió ocho spaghettis y algún thriller terminó rodando las típicas comedias eróticas tan habituales en España a finales de los setenta (“Es pecado pero me gusta” o “Caray con el divorcio”, esta última con Fernando Esteso ).
Dallas un aventurero con querencia por la dinamita y la nitroglicerina tras contactar con un viejo amigo mejicano, Aguadulce, decide dirigirse a la población de Brownbill para recuperar la mina que su padre, recientemente fallido, perdió en una partida de póker. Una vez allí se encontrará con que la nueva propietaria es una hermosa joven y que la propiedad es codiciada por dos grupos: los hermanos Bright y Rompemanos y sus secuaces.
La película creo que es una clara muestra de la degeneración del género y se encuadra dentro de la corriente humorística del spaghetti que tomó como modelo, principalmente debido a su éxito, a la saga de Trinidad. Así nos encontramos con dos personajes, uno inteligente y astuto, en este caso Dallas, y otro más brutote, corto de entendederas y fuerte, Aguadulce. Además la mayoría de los gags como en su modelo son visuales (básicamente a base de mamporros), pero mientras que en la saga de Trinidad este hecho quizás supuso un corriente de aire fresco al recuperar y, en parte, modernizar para un género ajeno el slapstick, que se remonta a las viejas películas mudas realizadas por Mack Sennet para la Keystone y, sobre todo, los gags estaban al servicio de una historia, aquí nos encontramos, con un guión perpetrado por el propio director y por Rennato Izzo, habitual en los spaghettis de Gianfranco Parolini (intervino en las tres películas de Sabata y en la primera de Sartana) que adolece de una falta de ideas alarmantes (incluso la presentación del héroe con un ridículo parasol ya se había visto en otros spaghettis como en “Los profesionales del oro” o en “Vende la pistola y cómprate la tumba”) y en el que la historia, casi nula, parece una excusa para insertar las abundantes, tópicas, aburridas y mal coreografiadas escenas de peleas. Y a ello hay que añadir otros gags, para mí, realmente desafortunados en los que prima el humor grueso y chabacano de carácter escatológico, como en la escena en la que vemos sentado en el retrete a Fernando Sancho aquejado de una diarrea y Anthonny Steffen introduce por el techo un cartucho de dinamita.
Por lo que respecta a la banda sonora compuesta por Marcello Giombini cuenta con varios temas de corte humorístico apropiados para el tono del film, pero a la vez alguno de ellos me ha resultado por momentos bastante extraño debido al predominio de sonidos electrónicos que supongo provienen de sintetizadores, aunque no llega, ni mucho menos, al carácter experimental de futuras bandas sonoras creadas por este músico como la de “Gomia. Terror en el mar Egeo”.
En cuanto al reparto, de lo poco salvable del film, está formado por tres actores muy significativos dentro de este subgénero. Así nos encontramos al inexpresivo Anthony Steffen dando vida a Dallas en su último papel en un spaghetti en el que no sólo se permite sonreír sino que también ríe abiertamente. Como Aguadulce, el bonachón y tontorrón amigo de Dallas, el siempre interesante Fernando Sancho también en uno de sus últimos papeles (tan sólo haría un spaghetti más y la comedia de Mariano Ozores “Al este del oeste”). Por último como uno de los hermanos Bright nos encontramos con uno de los grandes malos, Robert Hundar que está bastante aceptable (ya dio muestras de su peculiar talento para la comedía en “La muerte cumple condena” en la que interpretaba a un personaje caracterizado por su ironía) aunque en alguna escena creo que se le van de las manos sus exagerados tics. Junto a ellos Ricardo Palacios como Rompemanos y Gillian Hills en el rol de Glenda la dueña de la ansiada mina.
Como curiosidades comentaros que me pareció apreciar un homenaje, en caso contrario sería una copia descarada, al western cómico dirigido por Andrew Victor McLaglen y protagonizado por John Wayne “El gran MacLintock” en la escena de la última pelea al borde de un charco con los actores cayendo en él; y que en un papel secundario aparece Antonio Mayans, uno de los actores fetiche de Jesús Franco.
Por último advertiros que la edición de Wild West que en su día compré y a pesar de lo que pone en la carátula no tiene audio en español sino que está en italiano.
En definitiva una película aburrida, mala, con una dirección mediocre, carente de imaginación y con un escasísimo presupuesto (sorprende en este sentido que esté producida por Produzioni Europee Associati de Alberto Grimaldi que participó en gran parte de los mejores spaghettis rodados).
PUNTUACIÓN:
HISTORIA: 1.
AMBIENTACIÓN: 2.
DIRECCIÓN: 2.
ACTORES: 5.
MÚSICA: 3.
MEDIA: 2,6.
Jolines, los 3 últimos spaghetti westerns reseñados no llegan ni tan siquiera al 4, Menuda trilogia de pelis, además que desconocia la existencia de todas ellas.
ResponderEliminarPor lo menos ya se que no voy a parar a verlas ni un segundo, por que no invitan mucho a su visionado.
Hola pritt. La verdad es que si fueran sólo estas tres todo iría bien, pero llevo una racha de spaghettis flojos o directamente malos tremenda. El otro día por primera vez no pude con uno que se llama "7 cabalgando hacia la muerte", de las peores películas y peor interpretada que he visto en mi vida. Así que me limite a pasarla a velocidad rápida deteniéndome en los momentos más interesantes (lo de interesantes es un decir)
ResponderEliminarEso es trampa, Jesús...jeje.
ResponderEliminarPues qué quieres que te diga, a mí la película de Merino 7 cabalgan hacia la muerte (que en Beta se llegó a editar como Herencia maldita) me parece un western de lo más curioso, muy malo, es cierto, pero con un argumento de lo más original. Lo peor de todo es, en efecto, un presupuesto paupérrimo. La propia Asumpta Serna relata en un libro que al caballo blanco le pintaban y con el calor de Almería el animal sudaba y se corría la pintura (y de hecho si os fijáis en la peli se nota). Es una peli mala pero simpática, otras son malas y encima tostones, o al menos a mí me lo pareció (y ya la ví varias veces, por cierto).
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