TEPEPA
España/ Italia
1969
Director: Giulio Petroni
Reparto: Tomas Milian, John Steiner, Orson Welles, Luciano Casamonica, Angel Ortiz, Anna Maria Lanciaprima, José Torres, Paloma Cela, George Wang, Giancarlo Badessi, Francisco Sanz, Armando Casamonica, Clara Colosimo, Mario Daddi, Lina Franchi, Vittorio Gigli, Rafael Hernández, Alba Majolini, Paola Natale, Alba Maiolini
Guión: Ivan Della Mea, Franco Solinas, Giulio Petroni
Fotografia: Francisco Marín
Música: Ennio Morricone
Coproducción hispano-italiana de 1966 que se enmarca dentro de la corriente de los Zapata-western, spaghettis ambientados durante la revolución mejicana que permitieron tanto a guionistas como a directores, fundamentalmente de izquierdas, dotar de una mayor carga ideológica a sus películas. En este caso creo que, por su gravedad y seriedad, este spaghetti está más cercano a ejemplos como “Yo soy la revolución” (en cuyo guión, como en este caso, participó Franco Solinas, reputado miembro del Partido Comunista Italiano) que a otros de mayor ligereza e incluso comicidad como “Corre Cuchillo…corre”, “Salario para matar” o “Vamos a matar compañeros”.
Un carismático campesino devenido en revolucionario, apodado Tepepa, es salvado por un misterioso médico inglés, que pretende acabar con él personalmente para vengar el asesinato de su amada, en el mismo momento en que iba a ser fusilado por los hombres de Cascorro, sanguinario coronel que se comporta como un dictador. Las circunstancias políticas, con el estallido de un nuevo proceso revolucionario, obligarán al médico a posponer sus planes al mismo tiempo que se producirá un cierto acercamiento de éste hacia Tepepa.
La película nos presenta una visión desoladora de la revolución mejicana como arquetipo del proceso revolucionario. Así a través de una compleja estructura a base de flashback nos muestra la escasa efectividad de las revoluciones, ya que vemos cómo, tras haber combatido en ella y haber derrotado a sus enemigos, los campesinos son traicionados por quienes se valieron de ellos durante la lucha revolucionaria, volviendo a su situación inicial de miseria. En este sentido cobran gran importancia dos escenas, parcialmente cortadas en algunas versiones por lo que os aconsejo la versión íntegra, en las que se reflexiona sobre este hecho:
En la primera ante el cuerpo ahorcado de un párroco (imagen que se contrapone a la del cardenal situado a la derecha del coronel durante el intento de fusilamiento de Tepepa, por lo que se da el mensaje de la complicidad de las altas jerarquías eclesiásticas con los estamentos de poder) el protagonista se lamenta de que en ese infeliz y desgraciado país sólo saben escribir los ricos, los militares y los sacerdotes y encima el pueblo no sabe de lo que escriben porque no pueden leerlo, de esta forma se denuncia el analfabetismo como arma de dominación política.
En la segunda con la entrega de las armas por parte de los campesinos a Madero, que aparece ya tutelado por un general que creo es Huertas, en el que Tepepa mantiene una clarificadora conversación con el Presidente en la que en un momento dado el general deja claro que los militares diferencian entre estado (definido por el propio Madero como una organización para todos los ciudadanos) y patria, en una clara crítica a la injerencia de los militares en el poder civil y a la involución de los procesos revolucionarios que terminan siendo controlados por éstos en contra del pueblo.
Aparte de estas consideraciones creo que estamos ante un estupendo spaghetti western, magníficamente realizado por Giulio Petroni (director de la también sensacional “De hombre a hombre”) que se aleja de los clichés habituales (apenas se utiliza el zoom, por ejemplo), espectacularmente fotografiada por Francisco Marín que sabe sacar un gran partido a los desiertos almerienses, muy bien ambientada, con una gran, muy adecuada y variada banda sonora de inspiración mejicana compuesta por Ennio Morricone y un sobresaliente guión de entre otros ,el propio director y el citado Franco Solina que gira, aparte del proceso revolucionario, en torno a unos temas tan típicos para el spaghetti como son la venganza y la traición, caracterizándose por su complejidad sobre todo en su estructura y en los dos personajes principales, que distan mucho de ser planos.
Así Tepepa (Milian está enorme y bastante comedido dándole vida, teniendo en cuenta además que es el típico personaje que puede dar lugar a una interpretación un tanto histriónica) aparece como un ser ambiguo: simple, ignorante, primitivo, ingenuo pero también seductor y con gran carisma, lo que le convierte en un líder natural que conecta muy bien a través de sus mensajes sencillos y directos con el pueblo llano. El problema es que todo su mensaje humanista de defensa de los desheredados choca con su lado más oscuro que le lleva a violar a una mujer que posteriormente se suicida (aunque realmente nunca sabremos si la violó o todo fue un ardid del coronel Cascorro para indisponer a Steiner contra él), pero, en todo caso, su ambigüedad moral quedará puesta de manifiesto tanto en la última conversación que mantiene con el médico inglés, en la que parece despreciar la vida de un ser humano en comparación con el fin de la revolución, como cuando en un primer momento abandona y traiciona (es decir mantiene la misma actitud que reprocha a Madero) a su amigo Piojo porque, al haberle cortado las manos, ya no le sirve.
Por otra parte está el médico inglés, muy bien interpretado por el británico John Steiner, extranjero que, a diferencia de otros Zapata-westerns, no se va involucrar en el proceso revolucionario buscando un beneficio económico sino para vengarse de aquél que le arrebato a su amada, y que durante toda la película se debatirá entre su deseo de venganza y su creciente admiración por un personaje tan carismático como Tepepa, teniendo que escoger en el momento cumbre entre su juramento hipocrático o sus ansias de venganza, lo que supondría traicionarse a sí mismo.
Como tercer personaje nos encontramos con el alcohólico coronel Cascorro, símbolo de la traición del ejército al proceso revolucionario y al poder civil, al que Orson Welles, con su gran actuación, convierte en un despreciable villano muy difícil de olvidar.
Pero no sólo en los personajes principales está muy presente el tema de la traición, sino también en varios secundarios, como Madero (Paco Sanz) símbolo del pragmatismo ya que una vez que llega al poder olvidará y traicionará sus principios revolucionarios e inocentemente confiará en el ejército que terminará por derrocarlo y asesinarlo, o Piojo (José Torres) que es capaz de traicionar a su amigo para escapar de la miseria y poder garantizar a su hijo un futuro mejor.
Y por último cabe citar al personaje de Paquito el hijo de Piojo, muy bien interpretado por Luciano Casamonica (por una vez me encuentro con un personaje infantil que es soportable), que convertirá en tragedia uno de los escasos gag de la película consistente en preguntar constantemente a distintos individuos “Si Méjico les gusta”, ya que acabará con un personaje por no gustarle su país; y que parece, al final, asumir tanto la personalidad como los principios revolucionarios de Tepepa, convirtiéndose en una especie de sucesor de éste.
En resumen, para mí, uno de los mejores spaghettis ambientados en la revolución mejicana que he visto hasta ahora dirigido por, para mí, uno de los grandes realizadores de este subgénero. Lástima que otra de sus películas de las que tengo muy buenas referencias, “La noche de la serpiente”, sea casi imposible de encontrar.
PUNTUACIÓN:
HISTORIA: 9
AMBIENTACIÓN: 9
DIRECCIÓN: 9
ACTORES: 9
MÚSICA: 8
DIRECCIÓN: 9
ACTORES: 9
MÚSICA: 8
Si señor...uno de los buenos!!!
ResponderEliminarPerfecta tu reseña, Jesus....sólo añadir el muy buen tema principal del gran Morricone.
Buena película, aunque es demasiado "seria" para mi gusto. La música de Morricone, sublime.
ResponderEliminarGran película, y "gran trabajo" de la censura franquista que mutiló escenas enteras y alcanzó la filigrana cortando milimétricamente frases "subversivas" de los diálogos. Tomas Millian está que se sale, igual que Orson Welles. Pues eso, que me ha parecido un peliculón.
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